domingo, 9 de junio de 2019

Meditando en el río

El sonido del río me tranquiliza y ralentiza mis pensamientos. Aquí sólo existe el ahora. Cierro los ojos y visualizo que mis raíces crecen cerca de este río y me siento tan presente que todo lo demás carece de importancia. Soy consciencia pura en plena naturaleza: sin forma, sin cambio, sin nada que añadir pero de la que brota todo. Todo surge de la consciencia.

 

El agua fluye, corre. Esto me enseña que todo pasa, todo cambia. 

Todo resulta transitorio en el mundo de la forma, decía Buda.      




Grupos de mariposas revolotean cerca de las flores. Las libélulas vuelan sobre la superficie del río. Son animales que asocio con la magia y que me recuerdan que la vida es magia y es sueño. Estamos soñando.

¿Dónde está entonces la realidad? Más allá de todo lo que conozco. La puerta de acceso se halla en mi interior. Para acceder a ella tengo que dejar pasar los pensamientos, uno tras otro, sin interesarme en ellos, como nubes en el cielo que aparecen y desaparecen. ¿Quién es ese testigo, ese vigía que los ve sin ojos físicos, sin implicarse en ninguno de ellos, sin apego, totalmente libre de juicios? Ese yo soy. Me cuesta establecerme en él pero debo perseverar y ser disciplinada en mi propósito. 

Ya estoy cansada de seguir perdida en el mundo, del falso personaje que interpreto, de su dolor y sus miedos. En el mundo no hay verdad, nada permanece para siempre.  Así que busco mi guía, mi brújula en el interior. Respiro hondo. Mi atención a veces se va a alguno de mis pensamientos o creencias y me distraigo, pero cuando me doy cuenta, simplemente permito que mis imágenes mentales pasen de largo, se vayan hasta que se van creando espacios en blanco, sin pensamientos. Fijo ahí mi atención y evito analizar o valorar. Ahí no hay nada, ni tan siquiera mis charlas mentales.


El silencio me encuentra. Me dejo llevar por él, por su lenguaje sin palabras hasta que me siento cómoda sin saber nada, sin conocer. Nada importa. Se abre un espacio sin preocupaciones. Las hadas y los ángeles no pueden llegar aquí. Tampoco los conceptos. Sólo estoy yo pero es un yo que se va diluyendo. Lo percibo ligero, desnudo: va dejando caer su identidad... ¡Qué revelador residir siempre en este estado! Eso soy.       
Licencia de Creative Commons
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel