viernes, 25 de marzo de 2011

La flor del desierto


Érase una vez una flor que había conseguido crecer en pleno desierto. Estaba sola desde el primer día que empezó a germinar en tan caluroso clima y desde ese primer día ella se preguntaba qué estaba haciendo en medio de la nada. Llegó a la conclusión de que ella era el fruto del milagro de la existencia y de ese poder de la vida en sí misma que se manifiesta a pesar de las circunstancias.

Enseguida empezó a notar lo duro que resultaba subsistir en tan árido y tórrido lugar. Resistir al calor extremo durante el día y a las tormentas de arena que precedían a la noche, se le hacía insoportable y una y otra vez clamaba al cielo su sufrimiento. El agua escaseaba y la sed se convirtió en su dueña y le mostraba la guadaña de la muerte. La flor empezó a delirar y a sentir que se desvanecía. Entonces, una tormenta se desató en ese inhóspito paraje y un estrepitoso ruido de rayos y truenos se apoderó del cielo. Sin embargo, el agua de lluvia caída en la tormenta le aseguró unos días de supervivencia. Pero al cabo de escasamente una semana la flor empezó a marchitarse por la falta de humedad y de alimento. Empezó a llorar y a desesperar pues se convenció de que nadie iba a ayudarla. Además, ella no se podía mover: ¿cómo iría en busca de ayuda?, ¿con quién hablaría, si no tenía boca?

Justo cuando sus hojas empezaron a secarse, un ermitaño que cruzaba el desierto la regó con su cantimplora y la flor se reavivó. El ermitaño prosiguió su camino, mientras la flor le agradecía en silencio cuanto había hecho por ella. No obstante, al cabo de unos días la flor empezó a perder fuerzas por la escasez de agua. Además, el calor del mediodía la estaba debilitando y la fuerza de la ventisca en las tormentas de arena había arrancado algunos de sus pétalos.

-Sin pétalos no soy hermosa para nadie. ¿Quién se fijará en mí para salvarme? Sé que pereceré.

Y la flor se resignó a su destino y se entregó a la idea de la muerte. Pero una brisa húmeda oyó su lamento. La brisa estaba cargada de humedad pues provenía de un oasis que estaba a unos kilómetros de allí. La brisa abrazó a la flor y la consoló. Luego le pidió a la flor que no se desanimara y que creyera en el ritmo del Universo que siempre impulsa la existencia, mágica, imprevisible y sabia en sí misma.

La flor absorbió la humedad de la brisa y le dio las gracias. La brisa siguió soplando, ligera y libre.

-Si yo pudiera correr y volar igual que la brisa… -suspiró la flor.

Al cabo de un par de días, a la flor le crecieron nuevos pétalos.

-Hoy me siento más hermosa que nunca – se dijo la flor para sus adentros-. Lástima que siga teniendo sed y que del cielo no caigan gotas de lluvia.

El calor azotaba a la flor. En ese momento, una caravana se paró delante de la flor y de ella descendió una niña acompañada por sus padres. La niña se agachó ante la flor y la besó. Esa niña tenía el pelo mojado y, en ese breve beso, la flor pudo percibir como la humedad del pelo de la niña se trasladaba a su interior y le refrescaba el tallo y las hojas.

-Gracias, niña –le dijo la flor.

-¿Quieres venir conmigo? –le preguntó la niña a la flor.

La flor asintió y la niña la trasplantó a un tiesto. Los padres, la niña y la flor siguieron su viaje hasta el que sería el nuevo hogar de la flor: una granja en el campo donde ahora la flor vive primavera tras primavera en los pastos que rodean a su nuevo lugar.

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viernes, 18 de marzo de 2011

El hada y la flor sedienta



Érase una vez una seta en el bosque que había crecido tras ser regada por las gotas de lluvia del otoño y sobre la cual se posó un hada, atraída por el olor terroso y fresco que desprendía la seta.

El hada se cobijó bajo la copa de la seta y le dijo:

-Gracias por protegerme con tu paraguas vegetal, querida seta. Gracias a tu sombra puedo refugiarme en su frescura y esquivar estos calurosos rayos de sol del mediodía.

La seta se mostró encantada por estas palabras y ambas permanecieron juntas hasta que el hada voló hacia otro lugar, no sin antes haberse despedido de la seta.

En su vuelo raso por el bosque, el hada se cruzó con una flor que llamó particularmente su atención pues agonizaba por falta de agua. El hada oyó su grito sediento y detuvo su vuelo para presentarse ante la flor y prometerle que regresaría con agua. El hada voló hasta un riachuelo y tomó unas gotas de agua para dárselas a la flor. Sin embargo, no fueron suficientes pues la flor para saciar su sed necesitaba mayor cantidad de agua. Así que el hada pidió ayuda a sus amigos los animales y aparecieron dos pájaros que con sus picos transportaban una nuez llena de agua. La vertieron sobre la flor. Pero tampoco fue suficiente. La flor empezó a marchitarse. El hada y los pájaros no se movieron del lado de la flor pues estaban pendientes en todo momento de mantener húmeda la tierra para que ésta pudiera nutrirla y revitalizarla. A pesar de sus intentos, la flor no daba muestras de ninguna mejoría. La flor seguía palideciendo y marchitándose. El hada y los pájaros no sabían qué hacer. Entonces, el hada se entristeció tanto que empezó a llorar y los pájaros no supieron qué hacer para consolarla pues el hada tenía una inclinación natural de amor y respeto por todos los seres vivos creados por la Madre Tierra, en especial, por las especies animales y vegetales, y sentir como el corazón de la flor no emitía ningún latido, la hizo estallar en un llanto sonoro que estremeció a todas las plantas y los árboles del bosque.

Los pájaros abrazaron al hada la cual dejó caer algunas de sus lágrimas sobre sus picos. Entonces, los pájaros se inclinaron sobre la flor y dejaron caer las lágrimas sobre la flor moribunda. Para su sorpresa, las lágrimas reavivaron al instante a la flor con tanta luz y fuerza que el hada nombró a la flor: Reina de las Flores con la aprobación silenciosa de los dos pájaros. A partir de ese día se estableció un vínculo de corazón entre todos ellos más fuerte en cada primavera en la que la flor renacía y esbozaba una sonrisa para sus amigos.

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Más agradecimientos


Quiero agradecer a Helen Maran del blog:

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/

que haya publicado en su espacio virtual artículos de mia autoría sobre la paz interior y sobre las hadas. Aquí os dejo los enlaces:

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/el-tren-de-la-vida-y-la-paz-interior.html

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/hadasson-seres-de-luz-que-guian.html

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/las-hadas-y-el-origen-del-amor.html

Quiero agradecer al creador del siguiente enlace de Facebook que haya publicado en su espacio virtual un artículo de mi creación sobre la paz interior cono resultado de la quietud de la mente, de la serenidad de los pensamientos y del control de las emociones. Aquí os dejo el enlace:

http://es-la.facebook.com/group.php?gid=102518889809942&v=wall&viewas=0


Mi más sincero agradecimiento a la revista literaria Letras que ha publicado en su ejemplar nº 32 de marzo de 2011 mi colaboración mensual de un artículo y un relato de mi autoría. En la sección de Crecimiento aparece un artículo mío sobre La felicidad (páginas 11, 12 y 13). El título de mi relato es: Relato del Loco (página 36).


¡Echadle una ojeada!

viernes, 11 de marzo de 2011

Los duendes y la joven del arco iris


Érase una vez una joven que trabajaba en una granja cercana a su casa en el campo. Ella solía ir a trabajar cada mañana muy temprano para dar de comer a los animales y arar la tierra. Sin embargo, se desplazaba hasta la granja a pie, dando un paseo para disfrutar y agradecer cada paso en el sendero de fresca hierba que la encaminaba hacia su destino y sonriendo al amanecer con la alegría de una chiquilla. Ella adoraba el contacto con la madre tierra y sentía su presencia en el planeta Tierra como una bendición.

Esa mañana, antes de salir de casa cogió su paraguas pues parecía que el cielo iba a obsequiarla con unas gotas de lluvia. Abrió su paraguas y empezó a caminar rumbo a la granja, como de costumbre, mientras contemplaba como las gotas de lluvia impactaban sobre la superficie de un lago del camino. Esa caída de las gotas sobre la superficie plana y tranquila del agua rompía su uniformidad pero se trataba de un movimiento que le produjo paz. La lluvia cesó, así que la joven se dispuso a cerrar su paraguas. Pero no pudo, porque una ventisca pretendía impedírselo y llevársela e ella unos metros hacia delante. Por si no fuera poco, para colmo, empezaba a llover de nuevo. La joven antes de desesperarse, miró hacia atrás y vio como dos duendes traviesos reían divertidos.

Ella sabía que los duendes eran sus amigos. El viento y la lluvia cesaron y los duendes le hicieron a ella un regalo que le llegó al corazón.

Un hermoso arco iris apareció ante sus ojos. El arco iris había nacido justo en el centro de donde se encontraba ella. Ese sublime y espontáneo acto de la naturaleza la hizo sentirse enormemente presente en aquel instante. Además, el arco iris era tan grande que le pareció infinito y esa infinitud, le acompañó en su camino hacia la granja. La alegría, la confianza y el júbilo brotaron de su interior.

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Agradecimientos


Quiero agradecer a Silvia Cristina del blog Amor:

http://amor-silvia.blogspot.com

el detalle que ha tenido de publicar en su espacio virtual un artículo de mi autoría sobre la felicidad.

Aquí os dejo el enlace:

http://amor-silvia.blogspot.com/2011/03/la-felicidad-1.html

Quiero agradecer a mi adorada Helen Maran del blog:

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com

que haya publicado en su espacio varios textos de mi autoría. Aquí os dejo los enlaces. ¡No os los perdáis!:

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/meditacion-de-amor-propio-por-uno-mismo.html

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/el-agradecimiento-como-forma-de-vida.html

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/mujer-en-la-semana-de-la-mujer.html

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/la-compasion-segun-las-hadas.html

http://meditacionesenelmarrojo.blogspot.com/2011/03/llorar-de-felicidad.html

viernes, 4 de marzo de 2011

El conejito volador


Desde tierras muy lejanas, tan lejanas que podría decirse que pertenecían a otro planeta, vino aquí un conejo volador cuya casa estaba más allá del espacio estelar. En su planeta de origen las sonrisas elevaban sus alas de tal modo que permitían abrazar el sol y disfrutar de la caricia de sus rayos. Además, los habitantes de su planeta por la noche soñaban realidad mientras que, por el contrario, durante el día vivían sus sueños.

Las playas eran diferentes a las del planeta Tierra pues allá las playas lo eran ¡pero de agua dulce! y la arena era de polvo de estrellas. En esas playas las estrellas bajaban a bañarse a la orilla del mar, cuando conseguían escaparse a hurtadillas del cielo.

El primer lugar de nuestro planeta al que aterrizó nuestro conejito volador fue en un desierto. ¡Hacía tanto calor! En su planeta, en cambio, la temperatura solía ser tan ideal que a menudo las estrellas a veces bajaban al suelo, embriagadas por el clima idóneo que las atraía dulcemente. Así que, como hacía tanto calor, el conejito decidió visitar otro lugar del planeta terráqueo y voló hasta una casa situada en un claro en el bosque en la que habitaba una encantadora familia. El conejito se emocionó cuando vio a una madre que a abrazaba y besaba a su bebé, hecho que le demostró la ternura que irradia en cada ser humano. En cambio, en el planeta del conejito todos eran tan autónomos que no precisaban ayuda ni protección ajena. Sin embargo, el amor que se vivía en el planeta Tierra era diferente…

En el planeta Tierra el conejito pudo presenciar como los padres luchaban para sacar adelante a sus hijos, con una sonrisa en el corazón. También observó como los humanos desarrollaban una actitud de fe en sí mismos y de entrega y sacrificio para cumplir sus sueños.

El conejito también voló hacia poblados devastados por el clima en los cuales algunos de sus habitantes habían perdido sus hogares y, por primera vez, fue testigo de la tristeza y la desolación. Pero también lo fue de la solidaridad y la unión, cuando vio como esas personas eran ayudadas a reconstruir sus casas con tanta alegría brotando de sus corazones que el conejito no pudo evitar sentirse contagiado por ella. Si algo admiró en ese momento el conejito de la raza humana fue en su inquebrantable fuerza para vivir el camino de sus sueños.

Finalmente, el conejito aterrizó cerca de la madriguera de otros conejos terrestres y contempló como éstos rascaban la tierra con sus patitas y la agradable sensación que parecían tener, cuando el aire les rozaba al correr. El conejito volador se impregnó de la frescura de las briznas de hierba tierna y de la libertad y de la liviandad que notaba cuando caminaba a saltitos junto a esos conejos de la Tierra que tantas cosas diferentes a las de su planeta le estaban enseñando. Por otra parte, sentirse integrado en el alma de ese grupo era algo que lo hacía sentirse mejor. Sin embargo, sus amigos los conejitos de aquí le brindaron una última lección: las sensaciones que brinda el presente constituyen una poderosa herramienta para anclarse en el ahora, lo único que cuenta, a pesar de todo.

El conejito volador partió hacia su planeta y transmitió a los suyos el respeto a nuestro hermoso planeta, vivo y sintiente.

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Por el planeta Tierra


Me uno a la iniciativa de la autora del blog:

http://luzysolyluna.blogspot.com/

que en su post: Por mi planeta. Perdóname y gracias.

http://luzysolyluna.blogspot.com/2011/02/por-mi-planeta-perdoname-y-gracias.html

nos invita a tomar conciencia sobre la situación del planeta Tierra.

Debemos comprometernos a cuidarlo, protegerlo y respetarlo. Es el planeta que nos ha protegido desde siempre y merece por ello que, al igual que la madre tierra nos acoge y cuida de nosotros, nosotros tomemos la misma actitud con ella. El 22/04/2011 es el Gran Día de la Tierra.
Su promotor, el senador estadounidense Gaylord Nelson, instauró este día para crear una conciencia común a los problemas de la contaminación, la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales para proteger la Tierra.

Mi blog Trabajo con seres de luz está dedicado íntegramente a meditaciones de mi autoría con seres de luz para sanarnos a nosotros mismos, a los demás y al planeta tierra. En casi todas las meditaciones hago referencia mediante oraciones a la sanación que podemos pronunciar desde el corazón como contribución a la purificación y sanación de nuestro planeta: ese planeta que merece que dejemos de castigarlo para que siga respirando como ser vivo y sintiente que es.

La autora de este mismo blog

Mi baúl de los recuerdos

cita en este post una poesía de su autoría y yo colaboro con su noble iniciativa transcribiendo una meditación que creé inspirada en el planeta Tierra y que visualizo y leo a menudo con el convencimiento de que se transforma en un hecho:

“Visualizo mi corazón como un motor de energía que vibra al unísono con la vibración del amor de modo que las ondas de energía son tan poderosas que dan abasto a todo aquello que se cruza en su camino. Así pues, veo aquí y ahora como esta enorme luz energética llena de amor a personas, animales, lugares y vegetación de todo el planeta. La energía del amor purifica a todo aquél que la recibe. Además, la energía del amor es tremendamente regeneradora y curativa por lo que ahora está equilibrando todos aquellos ciclos que quedaron dañados. Contemplo, así, como la paz y el perfecto equilibrio se adueñan de todos los aspectos del planeta y del resto del Universo y, por tanto, éstos quedan perfectamente restablecidos, floreciendo en el amor que ahora envío.”

Extraído de:

http://trabajoconseresdeluz.blogspot.com/2010/10/meditaciones-de-amor-propio-y-por-los.html

Agradecimiento a Editorial Nuevas Letras de Buenos Aires (Argentina)


Quiero agradecer a la Editorial Nuevas Letras de Buenos Aires (Argentina) que haya publicado en su sección on line algunos de mis textos.

Aquí os dejo el enlace y paso a transcribirlos:

http://www.letrasnuevas.com.ar/?utm_source=&utm_medium=email&utm_campaign=41830

El encuentro con mi ángel:

Me rodeas con tus alas, mi ángel,
y me envuelves con tu halo
de luz dorada,
que eleva mi conciencia
y me desapega de mis preocupaciones.

Me infundes
una sensación de alivio
en la cual siento
como mi ser interior
respira acompasadamente,
mientras las inquietudes
se disipan
y se convierten
en paz de espíritu.




Te siento cerca, mi ángel,
y te noto presente
en este momento,
dulce y angelical,
efímero, puro y perfecto en sí mismo,
en el cual despliegas
el encanto de tu suave susurro,
que se funde con cada latido
de mi corazón.

Serenas mis emociones
y me llevas adentro del alma
donde me percibo
en el sosiego
del silencio,
único testigo
de nuestro encuentro interior.

Meditación sobre el presente

Me abro a lo mejor de mí mismo/a
en cada momento que florece
en la existencia
y que me muestra aspectos de mi personalidad
que antes incluso desconocía.

Confío en que la vida me trae
lo adecuado para mí,
mientras me adentro con confianza
en cada instante
el cual siento con todos mis sentidos,
sabiendo que es efímero y pasajero,
como si de un suspiro se tratara.

Esta actitud me centra en el presente
y me conecta con la consciencia
y con mi ser interior,
de modo que ya no estoy dormido/a
en el transcurso de mis días
pues los vivo plenamente.

Me siento una persona completa y próspera
y avanzo con calma y seguridad
en cada etapa
con paso firme,
convencido/a de que si me equivoco,
puedo rectificar
pues cada error
me aporta una enseñanza.

La brisa de la vida
me regala sorpresas inesperadas e interesantes.
que me acercan a posibilidades maravillosas
que nunca imaginé.

Resulta divertido
tratar de dejar de controlarlo todo
y dar paso a lo desconocido
y a la magia del presente.

Emano y soy amor
y estoy agradecido/a
por todo lo que me rodea
y por todos los regalos
con que la vida, generosa y abundantemente,
me ha colmado
los cuales valoro enormemente,
al igual que los días y las noches
en que sigo presente
en este hermoso planeta
que me acoge desde que nací,
que tanto me ha dado y me da aquí y ahora,
y que debemos proteger y respetar,
en convivencia armónica de toda la humanidad,
para asegurar la preservación del medio ambiente
y la próspera subsistencia
de todos los que vivimos en él.

Meditación sanadora:

Me dejo envolver
por una suave y cálida energía
que revigoriza mi cuerpo
y me hace sentir ligero/a.

Me siento en calma y en confianza
desde este estado donde visualizo
mi centro de luz espiritual
en equilibrio con el Universo.

Esta energía me rodea
y me atraviesa.

La siento
como una nube
que se traslada lentamente
en el cielo sereno.

Este manto de energía
es reconfortante
y se asienta en mi piel,
en mis poros,
en cada órgano de mi cuerpo
y me regala su luz,
una luz de plenitud interior
que me llega al alma.

Ahora esta energía se transforma
en unas enormes alas
que me elevan y me alejan
de mis preocupaciones
para llevárseme
a donde reside
la vibración del amor
en toda su pureza,
en todo su esplendor.

Esta vibración irradia con fuerza
y toca mi ser
hasta fundirse en él.

Y me siento convertido/a en amor.

Y desde esta posición comparto
mi amor con el mundo.

Meditación sobre el silencio:

El silencio recorre cada rincón
de este lugar de meditación
y su tranquilidad
me llega al alma y a la conciencia
del momento presente,
como una cálida brisa
que me apacigua el ser
y disuelve el ego.

El silencio fluye
en la corriente mansa
del agua.

Me sumerjo en ella
para bañarme en el silencio
y la calma de estas aguas,
que me limpian
y se llevan todo lo que
no me nutre.

El silencio sigue en mí
y me acompaña
en mi camino,
como un sonido relajante,
como un amigo
que siempre camina
a mi lado
sin ser visto.

Pero sé que el silencio
y la tranquilidad siempre
están conmigo,
aunque no los vea,
porque los siento
como parte de mí.

Cuento del artesano y la pobre chiquilla:

Érase una vez un artesano que trabajaba de sol a sol para poder mantener a su familia. Apenas dejaba su mesa de trabajo movido por el sincero interés que imprimía en su tarea y por el amor que sentía hacia los suyos, quienes vivían de su escaso salario. Tampoco disponía de mucho tiempo para dedicarse a sí mismo y para poder compartirlo con los suyos y ni mucho menos podía permitirse el lujo de poder sentir la brisa de la mañana deslizándose en su rostro, pues siempre estaba encerrado en su taller artesanal.

Sin embargo, en lugar de lamentarse por su situación, él bendecía cada minuto que podía emocionarse con cada una de las bellas piezas que esculpía y que después vendía para poder mantener a los suyos. Adoraba a sus hijos y a su encantadora esposa, que siempre le servía un plato caliente en cada comida y le dedicaba la mejor de sus sonrisas. Nunca le reprochaba nada y sus hijos tampoco. Y aunque eran pocas las horas que podía brindarles, él se sentía agradecido por cada instante que la vida le regalaba junto a ellos pues el calor familiar le aportaba una confianza y seguridad únicas.

-En verdad, mi mejor obra es la familia que he creado - se repetía cada día el artesano.

Durante su agotadora jornada, miraba por la diminuta ventana cuando salía el sol al amanecer y cuando se ponía.

-¿Cómo será sentir sus rayos al aire libre, en libertad? - se preguntaba y seguía trabajando y trabajando…

Un día una chiquilla pobre de aspecto desaliñado llamó a la puerta de la humilde casita donde vivía la familia y el artesano le abrió la puerta.

-¿Podría darme unas monedas? - preguntó al artesano.
-No - le respondió -. Apenas tenemos para subsistir, pero quédate a comer.
-Por supuesto - asintió complacida su esposa.

Así que la chiquilla entró… y cual fue la sorpresa de la familia cuando descubrió su hermoso rostro, bañado de luz. ¡Era el rostro de un hada!

-Soy esa luz que miras de sol a sol, la luz de tus sueños y de tu fuerza de voluntad, la luz de la ilusión que imprimes en cada momento. Esa luz de humildad y de agradecimiento que ves al salir y al ponerse el sol y que hace que en lugar de quejarte, aprendas a reconocer lo sublime de cada momento: algo que escapa a los demás...

-Soñé contigo la otra noche… musitó el artesano.
-Sí -le dijo el hada-, era mi aviso y he venido a buscarte a tu familia y a ti para llevaros al Bosque Encantado, aquél en el que el sustento que necesitan los tuyos aparece de forma natural cada día, como la brisa de la mañana y la luz del sol, que tanto deseas sentir… Esa brisa y esa luz de tus sueños, aquellos que tú tan sabiamente y pacientemente sabes crear y compartir con humildad y bondad: esta es mi magia para ti.