sábado, 22 de febrero de 2014

Con flores, frutas dulces y animalitos de la naturaleza

El aroma de las flores te seduce y te tranquiliza pues existe algo familiar en ese olor fresco y salvaje. Te llevas a la boca la chirimoya, el mango y la piña, sin duda, un desayuno refrescante y dulce. 

El campo de cereales te rodea y te invita a sentarte para participar de su inmensidad y de su paz. En este lugar se respira algo especial y único y tú estás aquí para disfrutarlo y formar parte de este espectáculo natural que la vida te ofrece hoy. 

Imagen registrada* 

Tu cuerpo es hoy bello, ligero y radiante pues un estado de bienestar te ha tomado por sorpresa. 
 
Te quedas al descubierto en este campo donde no hay matorrales que te escondan pero no te importa porque estás sola, tú y la simpática fauna del lugar, que te observa curiosa. Escuchas un ronroneo y ves un mapache que te mira agazapado. 

 Imagen registrada* 


Las mariposas andan cerca. Se alimentan de la humedad del suelo y de los nutrientes de la tierra. Sorben el suelo, voleteando como si no les intimidara tu presencia. Los animales no se asustan de ti porque están percibiendo tu ser despierto, pleno, manifestado, presente y ese afecto inconmensurable que les profesas.

El aire te acaricia el cuello. Oteas el horizonte y bendices este lugar rico en belleza y en abundancia. La madre naturaleza se expresa con todo su esplendor en cada expresión de vida de este lugar idílico y puro en el cual ahora te estás bañando al aire libre, en aguas calientes y terapéuticas que relajan tu musculatura y te elevan al cielo. Esta tierra de agua, volcanes, montañas y bosques está exenta de dolor pues en ella sólo pueden penetrar los corazones honestos y las almas humildes. 


Aquí la vida transcurre despacio, plácida, lenta lo que origina que hasta lo más minúsculo no te pase por alto, cuando lo observas desde la paz de tu espíritu. Te sientes grande en lo pequeño y pequeña en lo grande.
Safe Creative #1402220214417

Autora: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustración inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Pastel

sábado, 15 de febrero de 2014

Elfos y duendes

Das las gracias por esta vida bendita, colmada de luz que experimentas en tu interior lo  cual hace que el dolor resbale y se esfume. La pista de baile se configura como ese escenario donde la danza se inicia confabulada con un presente que te hace sonreír y te sorprende por su inusitada perfección. Como si de una segunda piel se tratara, la existencia te abraza con cariño y se adapta a la ligereza de tu vuelo de hada con una facilidad sorprendente. 

Cada segundo es una oportunidad para desperezarte y desprenderte de lo que tanto te agotó y te consumió. Rebrotas como una flor alpina que aunque esté sobre la nieve, se recrea en el alimento de los tímidos rayos del sol a los que ella experimenta como lo más valioso. Así respiras tú tu realidad, incidiendo y sorbiendo en cada momento de positividad que viene a abrirte las puertas del cielo con los pies en la Tierra.

Aunque estos momentos a los demás les resulten intrascendentes, desde tu intimidad y tu espacio tú los abres como un regalo que los ángeles han envuelto para ti. Como una niña alegre, tomas lo que es tuyo y te diviertes con lo más sencillo pues te proporciona ese preciado espacio que tanto necesitas y donde reposa la luz de tu alma floreciente. Conservas esa frescura de las flores y adoras la soledad, la intimidad pues te permite disfrutar de un espacio espontáneo donde la vida se desarrolla con total naturalidad, atestiguada por tus guías elfos y los simpáticos duendes los cuales se asoman a la ventana de tu mundo y te piden que los dibujes. 

Sin embargo, el estar bien acompañada no altera tu mundo pues un equilibrio se ha posado en tu vida como el rocío se posa en las flores de las elevadas colinas cada amanecer. Te conectas con ese lugar especial donde reposa tu energía y al cual estás destinada a ir para reencontrarte con tus orígenes y alcanzar una mayor comprensión.

Dejaste de esperar y al haberlo dejado, estás creando el espacio donde tus pasos de hada están empezando a encaminarse de forma tímida pero resuelta.


Safe Creative #1402150152599

Autora: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustración inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Pastel

domingo, 9 de febrero de 2014

Cuento de la niña y los animales

Érase una vez una niña que vivía en una preciosa cabaña el bosque, rodeada de animales y de vegetación exótica. Ella adoraba a los animales y a ellos había consagrado su vida. Sin embargo, en el colegio la niña recibía las burlas de sus compañeros pues ellos consideraban que tener animales domésticos en casa era propio de clases sociales no adineradas. Al principio, la niña se sentía dolida por estos comentarios pues no comprendía como ciertas personas no amaran a los animales sino que tan sólo se sirvieran de ellos para su propio beneficio o bien fueran crueles con ellos. Sin embargo, la niña era una gran creyente en la ley del karma y sabía que si en esta vida alguien recibe burlas, en la próxima los que se burlan resultan los burlados. Y como ella no quería dejarse afectar por la situación ni dejarse influenciar por palabras necias, ella, a pesar de todo, siguió adelante con su propósito de preservar y proteger a la naturaleza y las especies animales, comprendiendo que cada cual sigue su particular camino de evolución, es libre de actuar conforme a él y de recoger necesariamente los frutos de sus acciones.


En el establo que la niña tenía junto a su cabaña los animales disfrutaban de una alimentación y cuidados adecuados. La niña adoraba despertarse por la mañana e ir a ver a sus animalitos para recordarles cuánto les quería y lo agradecida que ella estaba por tenerles con ella. Los animalitos nada más verla, meneaban la cabeza a modo de saludo y prestaban atención a la niña. Una bondad especial brotaba de los corazones de los animales sobre todo de las crías de los animales, siempre tan inocentes y espontáneas. 


Existía una comunicación implícita entre ella y los animales que fluía de forma natural. Además, a la niña le encantaba cuidar de su jardín, uno de los más hermosos de ese lugar. Las plantas y las flores siempre le habían transmitido algo especial y a veces se sentía tan a gusto con ellas que es como si ella fuera capaz de dialogar con la mismísima madre tierra a través de las plantas. Los animales y las plantas le estaban enseñando a amar la vida y a anclarse como las raíces de los árboles en cada instante de tal manera que el Ahora se había convertido en su mejor amigo y en su principal foco de aprendizaje.
 

La niña pertenecía a una familia de granjeros con una fuerte vinculación con la madre naturaleza, principio que su familia transmitía generación tras generación.

-Es una bendición ser hijo de la Madre Tierra -siempre le decía su papá.


La niña practicaba el agradecimiento como filosofía de vida y procuraba sentir cada instante a flor de piel para que no se le escapara. Estar y observar a los animales potenciaba su presencia en el ahora ya que los animales viven en el ser y esto les permite estar plenamente presentes y ser conscientes de sus sentimientos y emociones. Actuar con calma, meditar, improvisar, planear las cosas prácticas y embeberse del instante formaba parte de la forma de ser de la niña quien había sido enseñada desde niña a ser coherente y sincera con ella y con los demás para no formar parte de la confusión y el engaño de la vida. Así, la niña vivía una existencia auténtica donde la alegría era como una dama blanca que la tomaba de la mano como un elemento más en su vida diaria. La familia de la niña y los animales de la granja enseñaban a la niña a vivir su propia verdad y a defenderla, respetando, aunque no siempre fuera compartida, la de los demás.

-Imponer es un juego de autoridad que nada tiene que ver con el compartir o ser tolerantes- le decía su abuela-. Vive una vida humilde, con compasión pero sin someterte a quien no comparte tu verdad-.

La niña se sentía afortunada por crecer en este entorno que a su vez la hacía crecer espiritualmente, alineada con su destino: un destino que ella escribía cada día y que se le antojaba como el mejor de los regalos.


Safe Creative #1402090103750
Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual 
Técnica ilustraciones: Pastel

lunes, 3 de febrero de 2014

En el río con las hadas

Tras las montañas se extiende un valle inmenso donde se respira paz y pureza destiladas en cada rayo de luz. Se asoma el sol esta mañana un tanto perezoso, como si no deseara despertar tan pronto esta mañana.

Pero el sol no puede permitirse el lujo de quedarse dormido y debe despuntar al alba para seguir iluminando el planeta en cada nuevo día.

   Imagen registrada*

Te asomas a la ventana y el mundo te ofrece su mejor faceta en esta mañana agradable con un clima a tu medida. La brisa se pasea en la pradera y como un soplo de aire fresco llama a la puerta de tu alma para regrandecerse con ella. Te sientes entonces especialmente ligera.
 
Estiras tu cuerpo y, como si pudieras volar, te alzas de puntillas con la esperanza de vislumbrar qué hay más allá del cielo. Te sigues sintiendo chiquilla a pesar de los años y a veces te sigues formulando las mismas preguntas de tu infancia. Algo invisible te acompaña, te protege y se queda contigo. Se trata del espíritu del valle, uno de los guardianes de la madre naturaleza, ésa a la que amas desde niña.

Tus animalitos te saludan desde afuera y sales a acariciarlos con ternura y a comunicarte con ellos. El ganado pasta tranquilamente junto a tu casa y te transmite esa sensación de calma y arraigo que emana de los animales, la misma sensación de paz que llevas imprimida en tu alma. Lograrlo te ancla en el ahora y te rinde al presente. 

  Imagen registrada* 

Te refrescas la cara en el riachuelo y saludas a las minúsculas hadas que se ocultan tras las rocas, adoptando una actitud entre tímida y arisca. Pero tú sintonizas con tu corazón y ellas consiguen captar las ondas de hada que desprendes en cada respiración, lo que las tranquiliza y les devuelve la confianza para moverse en libertad en tu presencia. Les sonríes y prosigues con tu rutina de lavado, como una más entre ellas. A todas os gusta acicalaros y resaltar vuestra belleza con flores frescas que os embellecen el rostro.

En el río te invade la nostalgia pues en tus carnes aquí nunca hallaste tus alas pero eso te hizo adoptar otras estrategias de vuelo en La Tierra.

Regresas a casa, te alimentas con frutos frescos, cereales y legumbres y te sumerges en la creatividad de tus cuentos de hadas, en tus castillos de duendes y princesas, rodeados de mares de sirenas, bañados por las inspiradoras palabras de los ángeles custodios.

Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustraciones: Acuarela
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual