jueves, 21 de febrero de 2019

Las hadas y los gnomos del río

Hoy es un día soleado de otoño. Estoy en el río. La paz me invade.

El sol brilla y lo contemplo. Siento su calidez en el corazón. Al fondo, escucho el murmullo del agua. Su sonido es tan suave que es como si acariciara a todo este valle. Sigo mirando el sol. Me deslumbra y cierro los ojos. Al abrirlos, el paisaje cada vez se vuelve más nítido y luminoso. Me parece despertar de un hermoso sueño. ¿Habré soñado con las hadas?

Todo resulta tan apacible y puro aquí que pienso que todavía sigo en el reino mágico de las hadas, sólo que aquí permanecen escondidas tras el velo del silencio. 



El libro de la fantasía abre sus páginas y me cuenta leyendas y cuentos de hadas, gnomos, duendes y elfos. Con ellos la existencia se vuelve asombrosa pues lo inesperado y lo mágico me invita hoy a entrar. Con gusto me incluiría en las historias de ese libro y formaría parte del escenario. Seguiría soñando, cautiva de este mundo que recreo desde niña. Y es que a pesar del paso de los años, la magia sigue presente en mis días, lo que los convierte en una bendición. Siempre suelo repetir en mi mente, como un mantra: "La vida es magia y bendición." Otro de mis mantras favoritos es: "Hoy siento la luz de mi alma".

Cualquier momento es bueno para abrir nuevas puertas a la vida y si lo hago acompañada de mi familia de hadas, mejor que mejor. Aunque invisibles en la mayor parte de las ocasiones, existe una conexión especial que nos hace inseparables y que surge de lo imprevisto, de lo que está fuera de mis planes.
 

Hoy percibo risueños a los gnomos. Se asoman a mi mundo con sus risas inocentes y su alegría vibrante. Miran al otro lado curiosos, sin ser conscientes de nuestro sufrimiento. Ojalá nunca tengan que experimentarlo y siempre vivan felices en su reino libre de dolor y de banalidades. Vuelvo a cerrar los ojos y los abrazo. Me disuelvo en la frescura y la inmediatez de su dimensión de colores irisados donde un halo de presencia, gozo y claridad impide el paso a mis preocupaciones y dudas. Sonrío y me quedo con ellos.  

Licencia de Creative Commons Autora texto e imágenes: M. J. Verdú
Técnica ilustración: Pastel y acuarela

jueves, 14 de febrero de 2019

Sirenas y hadas te anuncian que...

Sientes tal grado de felicidad y de paz que no cabes en ti. 

Bailas con los rayos de sol al ritmo del vaivén de las olas entre sirenas y hadas. Aquí respiras tu casa, tu hogar inmortal, tu puerto de destino. Una vibración que te hace zozobrar preside la escena pero tú sigues adelante con tu danza energética. Ballenas y delfines conversan entre ellos al fondo, en el horizonte lejano y se dejan escuchar por ti. Se acercan y te miran, pero tú tienes la sensación de que sólo existe una mirada.

Imagen registrada en Safe Creative*
 

Siempre te ha gustado el canto o el sonido de delfines, ballenas u otras especies acuáticas. Te sientes profundamente hermanada con ellas y les haces un guiño de complicidad, mientras sigues bailando lentamente, tomando conciencia de cada movimiento y dejándote penetrar por la pureza del instante.


Imagen registrada en Safe Creative*
 

Pero descubres que simplemente todo pasa a través de ti y que no pretendes asir este momento de pura vida sino tan solo presenciarlo conscientemente, libremente y dejarlo ir, si su camino es no seguir contigo. 


Te dejas conducir por algo vivificante, como si fuera un organismo informe, vivo, vibrante, colmado de inmediatez, el cual alienta la vida del Universo, rige sus leyes y que no siempre se comunica contigo con palabras pues proviene del puro sentir.
 
La vida te besa en la mejilla, mientras tus hadas y sirenas se añaden a ese beso de energía que te transfiere la convicción de que todo acompaña a tu propósito, como un niño que es tomado de la mano con amor. 

Imagen registrada en Safe Creative*
 

La flor de sándalo te perfuma y te sonríe esta manaña, mientras se abre al amanecer y te recuerda que tu baile en la orilla debe acabar. Te despides de hadas y sirenas y te diriges a tu casa terrenal, enclavada en un vergel, en un territorio cuya ley es el respeto y el soplo de la pura vida. Se trata de un lugar bañado de inocencia, esa que queda cuando el cerebro se ilumina y el cuerpo se convierte en pura luz. Se trata de un estado de gracia, de dulzura que respiran los niños en sus primeros años de infancia y al que tú has logrado regresar. Desde esta posición todo cobra vida por sí mismo y resulta sencillo.


Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual 
Técnica ilustraciones: Acuarela o Pastel