sábado, 22 de junio de 2019

El Hada de la Iluminación



En esta tierra bendecida por el canto de los ángeles y de los ruiseñores
fluye la paz como una corriente
que mana de la fuente hacia riachuelos y lagos.

Es aquí donde siento el abrazo de la naturaleza.
La brisa me envuelve con su frescor matutino,
como un manto divino que me arropa y me hace sentir yo misma:
ligera, libre, aquí.

Estar aquí constituye un regalo que agradezco y del que disfruto desde niña.

El musgo recorre el fondo del río, síntoma de su buena salud.
Me refresco con el agua fría y cristalina
y es tal la sensación de arraigo ahora,
de sentirme presente en este preciso momento,
que me impacta directo al corazón.
No hay nada más. Pierdo la noción del tiempo.  

El musgo recubre las paredes de roca de un remanso del río
como si la magia y la belleza de la vida en sí misma
se manifestara a su antojo.



Una libélula solitaria vuela sobre la superficie,
mientras pequeños grupos de mariposas buscan néctar
en torno a la vegetación autóctona.
Me encanta estar rodeada de mariposas.
Me recuerda a mi infancia.

Mi perrita está ladrándo a una lagartija
que se ha escondido bajo las piedras.

Hay una presencia calma en este lugar, de sosiego,
la cual me hace estar anclada a un ahora sin tiempo, a lo que es,
a las raíces del instante,
algo que no puede ser visto
pero que me mantiene aquí, atenta, tranquila.

Todo me invita a percibir mi interior,
a no dejarme atrapar por la tela de araña del mundo.



En la serenidad del ambiente aflora el recuerdo de mi abuela.
Ella me enseñó de pequeña a encontrar fresas silvestres
y también me señaló en una noche cálida de verano
donde se escondía una luciérnaga: la primera que yo había visto. 
Aún rememoro la agradable y cautivadora sensación
de su diminuta luz bajo las estrellas. 
Hoy día sé que ella me indicó la luz que yo realmente era
y que  ahora debo redescubrir,
tal olvidada a través de los años.
Si un insecto logra mostrarla,
alumbrando, así, el mundo,
¿por qué yo no?  

Además, gracias al dolor del mundo,
he tomado mayor conciencia de esa necesidad.



Hadas, duendes, gnomos y elfos pueden acompañarme hasta la puerta
que conduce la liberación de los fenómenos ilusorios,
pero una vez ahí,
debo seguir sola mi singular camino.

Licencia de Creative Commons

Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Acuarela o pastel