miércoles, 28 de noviembre de 2012

Las hadas y el origen del amor


Cuando no pensamos racionalmente y dejamos atrás el parloteo del pensamiento y, por tanto, conseguimos detener la mente, por ejemplo, a través de la meditación, relajación o en contacto con la naturaleza, contemplando un paisaje o escuchando el borboteo del agua o el trino de los pájaros, llegamos a un punto en que de forma natural y espontánea, de nuestro interior, brota el amor, ese amor de verdad que proviene de conectar con nuestra esencia. La esencia humana es amor pero normalmente está atrapada y condicionada por la mente, el pensamiento y el ego. Ante una puesta de sol o una manifestación de ternura puede sentirse algo especial y único que proviene del interior y que nos produce una sensación en la que todo se ensancha y de que no hay límites. Dejamos de sentirnos separados con aquello que nos provoca este estado de maravilla y nos sentimos completos porque percibimos la unidad. Las hadas nos dicen que es la misma sensación que nos produce hacer algo que nos apasiona porque nos conecta con la vida en sí misma, en la cual reside la magia y la luz pero, en realidad, se trata de nuestra propia luz interior. Entonces experimentamos una sensación profunda y una manifestación en el cuerpo, no de nuestro ego, sino de la conciencia que realmente somos la cual es amor.

Si uno no está en línea con el amor de su interior, difícilmente podré sentir amor por alguien o por los demás. Si una persona nos ayuda, esto hace que sintamos amor o agradecimiento, pero se trata del mismo amor que ya reside de forma natural en nuestro interior, en cada una de las células. Esta esencia inherente a cada uno de nosotros, la cual preside cada uno de nuestros momentos, también nos brindará emociones de amor i pensamientos sabios, inteligentes, brillantes y creativos. La intuición y la inspiración, por ejemplo, provienen de esta esencia, infinita y calma. Es, precisamente, en este instante cuando han nacido obras de grandes artistas.


Para conseguir este estado, podemos buscar un entorno que nos ayude a conectar con lo mejor de nuestro interior, esto es, con la emoción del amor.

Cuando nos enamoramos, contactamos ese amor que subyace en el interior, y, así, hacemos que aflore y se manifieste. La otra persona no nos lo provoca, pues lo provocamos nosotros al entrar en contacto con esta emoción que ya tenemos, pero, sí, esta persona despierta el amor de dentro. El amor no necesariamente ha de ser mutuo ni tampoco podemos sentir amor por otros, si no nos amamos a nosotros mismos.

¿Qué es el amor realmente? Las hadas nos cuentan que el amor a veces se confunde con el afecto.

El amor de verdad surge de la autoestima (respeto y estima hacia uno mismo y a los otros). De esta manera, cuando una persona está llena de amor por sí misma, lo comparte con otra persona, pero no se sacrifica, generándose a sí misma dolor o sufrimiento, pues no lo vive como un sacrificio o una entrega obligada, sino como un hermoso compartir en una relación, en la que ambos se respetan a sí mismos y viven su propio margen y espacio de libertad, pero que los complementa y en la que se ven a sí mismos reflejados en el otro. El amor no es codependencia ni miedo. En el amor una persona se siente en paz y en plenitud pues conoce la totalidad y la unidad y la comparte, así, los sujetos del amor se enriquecen mutuamente y se nutren porque el amor verdadero es el mejor nutriente. Si no nos sentimos vigorizados por este nutriente, no hay amor, sino dependencia la cual aparece cuando una persona da con una sensación de pérdida, inseguridad o temor.


La dependencia nace de pensamientos inmaduros y poco sabios, pero el amor aparece de una conexión con nuestro ser, sabio por sí mismo, y, por tanto, amoroso en su expresión. Sin embargo, una persona que está atrapada en la codependencia es incapaz de conectar con su magnificencia interior la cual le conferiría autonomía, y, por tanto, sólo espera recibir del otro pues la rige un estado de egocentrismo y dependencia emocional. También pudiera darle el caso inverso en el que esta persona sólo entregara y el recibir quedara en un segundo plano, como consecuencia de una baja autoestima. Así pues, estas personas no sienten el amor desde la plenitud ni desde la comprensión. Además, una persona dependiente se convencerá de que tiene que encontrar a alguien para sentirse bien, y no entenderá que eso lo podemos conseguir evolucionando por nosotros mismos.

Las hadas nos desvelan que un buen método para llegar a este punto es conveniente aprender a escuchar nuestra voz interior y no siempre las voces externas de los demás. Para ello podemos afirmar:

"Desde esta comprensión, te quiero. No te juzgo ni te critico.”  

Esta frase sanadora nace de la empatía pura, sin juzgar, pero amando. Quien tiene amor, no juzga, sino que discierne (elegir con inteligencia). 

Las hadas concluyen diciéndonos que: 

“Quien tiene amor, tiene un gran tesoro porque tiene la inteligencia emocional en su máximo grado.” 

Texto extraído de mi libro Reflexiones de Hadas y Ángeles en Bubok Editorial (descarga gratuita).

 

Más agradecimientos

Quiero agradecer al portal La Gran Hermandad Blanca la publicación en la Sección para los peques de mi cuento El pájaro y la estrella. Aquí os dejo el enlace:

http://hermandadblanca.org/2012/11/18/cuento-para-ninos-el-pajaro-y-la-estrella-por-maria-jesus-verdu-sacases/


Quiero agradecer al blog Meditaciones en el Mar Rojo la publicación de varios textos de mi autoría. Aquí os dejo los enlaces:  


Quiero agradecer al blog El rincón de Chari la publicación de un texto mío sobre el perdón. Aquí os dejo el enlace: 


Quiero agradecer al blog de Adelfa la publicación de mi cuento El Duende de la Ilusión y el Hada Celeste: 



 Quiero agradecer al blog Fantasía la publicación de mi cuento El pájaro y la estrella:
  

Quiero agradecer a Estrella Ana María la publicación de mi texto Las Hadas y el origen del amor. Aquí os dejo el enlace:


Quiero agradecer a la revista de comics 2012 Magazine dirigida por Manel Villena la publicación de mi relato Mi encuentro con los elfos y otros seres elementales en la naturaleza:


A la venta en: tiendacapitancomics@gmail.com

sábado, 24 de noviembre de 2012

Cuento del muchacho que creyó en sí mismo y en los demás

Érase una vez en un lejano reino un muchado que desde su nacimiento aprendió a crear y a seguir a su corazón. Él fue consciente desde el principio de su papel de creador. Esto le procuraba una existencia pacífica y auténtica donde el esplendor de su ser se manifestaba de forma natural y espontánea en todo momento. Por esta razón, el muchacho se sentía bendecido en cada minuto del ahora y podía percibir claramente el milagro latente en todo lo que veía. 


Cada instante de quietud le proporcionaba una visión sagrada de la vida y de profundo entendimiento y respeto por todo lo que le rodeaba. Esta actitud de observación, interacción y sensibilidad hacia su entorno le permitió graduarse y prestar sus servicios en la edad adulta en una institución al servició de los demás. 

Las paredes del edificio donde trabajaba eran acristaladas por lo que la luz se filtraba a través de los cristales, volviéndolo todo calmo y transparente o del colorido de los rayos de la luz del sol los cuales se dejaban caer sobre las escaleras blancas para transformarlas en un hermoso arco iris de colores cósmicos sobre el que las hadas, elfos, duendes y gnmos derramaban sus dones y bendiciones. 

En ese edificio todos recibían de forma sutil la magia del reino de las hadas por lo que la creatividad y la expresión del alma y del corazón eran la nota que componía la melodía del día a día. 

Las nubes se dejaban caer mansamente sobre los cristales de ese edificio tan elevado, limpio y puro que parecía un templo donde la paz infinita hacía estallar la belleza que todos llevamos dentro y que sale a relucir en el cumplimiento de nuestra misión de vida. 

El muchacho, ahora convertido en adulto, se sentía en un estado de completa serenidad y liviandad, cuando seguía adelante con su propósito lo cual, a su vez, le proporcionaba el coraje, la claridad, la sensatez, la determinación y la paciencia necesaria para seguir llevándolo a cabo. Ese adulto todavía sentía su espíritu de muchacho danzando con la lluvia y jugando con la brisa. Con el paso de los años no se sentía apesadumbrado o pesado, al contrario, se mostraba cada día más agradecido y seguro de sí mismo.


Sin pretenderlo, pues el ahora adulto era desapegado pero comprometido con la escucha y la expresión de su corazón libre, había conseguido crear un aura de arte y de habla del alma alrededor del edificio acristalado y luminoso que llegó a oídos del soberano de dicho reino. Por este motivo, el rey visitó al que había sido un muchacho sincero y abierto para felicitarle por haber permitido y facilitado que muchos desnudaran sus dones, talentos y virtudes a través del arte del corazón. Él había dejado ser sin juicios, libre de condicionamientos pero enraizado en el amor incondicional que nada exige y que se alza en los cimientos de nuestro edificio interior. Ese edificio emocional cálido y cristalino como el agua del río y que nos hace libres como chiquillos que corren tras los pájaros para aprender a abrir y batir sus propias alas en el vuelo del ahora, ese vuelo que no debemos permitir que se nos escape...          

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domingo, 18 de noviembre de 2012

Los Elfos

 
Los elfos somos criaturas amantes de las tranquilidad, la naturaleza y todo lo que ofrece la Madre Tierra en su estado puro y salvaje. Por eso, estamos comprometidos con ella desde nuestro nacimiento y seríamos capaces de hacer todo lo necesario para su preservación como buenos guerreros que somos.

Somos ágiles, escurridizos y reservados. No gustamos de estar cerca de los humanos a nos ser que tengan un corazón extraordinariamente noble, sensible y altruista o bien que en anteriores encaranaciones hubieran encarnado en los de nuestra especie. 


Vibramos en el mismo nivel energético que el reino de las hadas y han llegado a nacer hermosas criaturas cruzadas de ambas especies. Son seres élficos y hadados que cruzan el umbral con un propósito especial no siempre fácil. 

Desde nuestro reino élfico presenciamos y vivimos todo lo que sucede con la Madre Tierra y a veces nos sentimos tristes por el dolor inflingido al planeta y a sus reinos animal y vegetal. 
 

Como la brisa que te habla con su susurro al atravesar las ramas de los pinos, nosotros nos acercamos a ti desde niña pues te recordamos como una de los nuestros. Sabemos que los humanos no siempre te han tratado bien, pero al ir cada vez ocupando tu lugar, mientras van encajando todas las piezas, sólo los que somos como tú fluiremos contigo y seguiremos un sueño alado y mágico en el que todos estaremos despiertos. 

Deja de preocuparte por cosas que no van a suceder y siéntete libre, liviana y elevada como la hada que fuiste emparentada con los elfos. 


Como el olor profundo y fresco de este valle te embriaga los sentidos, nuestra magia llegará a ti en forma de silencio y seguridad.    

Los elfos nos dejan este relato desde su hogar en el bosque:

"Me encanta escuchar la lluvia. Es uno de los sonidos más relajantes y sagrados que conozco.  Es como si las voces susurrantes de mis antepasados se desprendieran de cada gota. Cada gota impacta en el suelo y deja su frescura y sus nutrientes a la tierra. 

La lluvia contemplada desde el calor del hogar, me adormece y me aletarga los sentidos. Esta caída libre del agua que proviene del cielo siempre trae bendiciones y transformación.

La lluvia es como una madre celestial que trae alimento a su hija Tierra.

Los chasquidos de las gotas de lluvia que impactan en la cristalera de casa, me despiertan de mi estado de ensoñación y me recuerdan que sigo aquí. Desde el presente, el instante se deja caer mansamente, como la  lluvia, y nos trae nuevas experiencias momento tras momento. La vida es una constante lluvia de acontecimientos que nos convierten en lo que hemos venido a ser.

Viendo llover me da la impresión de que la lluvia limpia mis preocupaciones, sintiéndome entonces más ligera y anclada en el ahora.

La gotas de lluvia reposan en la vegetación del bosque como un rocío matinal adicional que reciben las plantas y que embellece su aspecto. 

Las hadas se esconden tras la cortina de lluvia, mientras los duendes juegan a perseguir las gotas.


Los elfos presenciamos el instante y sentimos el regocijo de la Madre Tierra. En silencio, contemplamos el curso de la existencia, presagiando los ritmos del planeta y velamos por él. La Madre Tierra es nuestra divinidad y respetamos sus ciclos. 

La lluvia regenera la tierra y hace estallar el colorido y la belleza de las flores y árboles. El bosque reluce tras la lluvia y reaparece más callado que nunca. 

Me perdería en este bosque bendito de luz cuyo verdor es obra de la Madre Tierra.

La acción incesante de la lluvia ha desdibujado los senderos y los convierte en regueros que formarán charcas donde amanecerá nueva vida acuática. El caudal de ríos, pantanos y lagos restablece su equilibrio y una nueva luz lo sigue bañando todo."     
    
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    Os recomiendo esta web sobre los Elfos: 

lunes, 12 de noviembre de 2012

Caminar en bendición según las hadas



Caminar en bendición según las hadas es sentirse en unidad con la vibración del agradecimiento por todo lo aprendido y por todo lo que se extiende ante nosotros. Cada paso del camino es tan bendito que es como si las rosas aparecieran allá donde otros sólo ven espinas, ciegos ante el manto de luz divina que nos insufla vida cada día.

Caminar en bendición es percibir el aroma del hogar, encontrar nuestro lugar, sabiendo encajar en el tablero de la vida y jugar libres de expectativas la partida, convencidos de que nuestro propósito nos llevará a donde nos corresponde, por tanto, no vamos a asustarnos sino a dejar que todo sea, eso no implica resignación, abnegación o adoptar el rol de víctima sino el asumir las consecuencias del ahora, intentando aportar lo que nos revela el corazón.

Caminar en bendición es agradecer hasta lo mínimo o minúsculo, reconociendo su lugar en el instante. Caminar en bendición es saber que incluso las cosas se manifiestan antes de pedirlas, como si el Universo adivinara con antelación lo que vamos a necesitar.




Caminar en bendición es contemplar la magia del ahora, esa luz sublime y sabia que nos rodea con su halo amoroso y, de forma sutil, adormece nuestros miedos hasta que caen por sí solos.

Caminar en bendición es descubrir que el mejor milagro es sentirse bendecido por el mero hecho de estar aquí y ahora.

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sábado, 10 de noviembre de 2012

El leñador y el gnomo que se perdió



Érase una vez un leñador que vivía en una pequeña cabaña en el bosque. Un día se hallaba talando leña en el cobertizo y tras el montón de troncos apilados, descubrió a un gnomo asustado y tembloroso.
 -No temas pequeño. Los que respetáis el espíritu de la naturaleza sois mis amigos. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás triste?
Al principio el gnomo, se resistía a hablar pero consiguió balbucear algunas palabras.
-Perdido, bosque, aquí –dijo el gnomo.
-¿Te has perdido, pequeño gnomo? ¿Cómo puede ser eso? Los gnomos de la naturaleza conocéis todos los secretos del bosque y todos los caminos –afirmó el leñador.
-Soy muy joven –confesó el gnomo- y salí con mi familia hacia el corazón del bosque, al poco de nacer. Me distraje con la belleza de la luz de la luna y de las estrellas, quise correr tras ellas, pero el amanecer me sorprendió y entonces me di cuenta que mi familia ya no estaba conmigo y de que estaba solo. Caminé hasta llegar aquí, junto a ti.
-No te preocupes, tu familia no tardará en dar contigo –le tranquilizó el leñador-.Debes de estar hambriento, querido amiguito-.
-Sí –le dijo el gnomo.
Así que el cazador dejó en el suelo el hacha con la que estaba trabajando y acompañó al gnomo hasta un rincón tan bello en el bosque que parecía mágico. Era un paraje en el que el tiempo parecía haberse detenido. El silencio se adueño de sus almas y sus corazones batían sus alas al viento en total libertad. Allí el leñador le enseñó al gnomo lo que comían y así la pequeña criatura pudo saciar su hambre.
-Caramba, veo que tú también conoces los secretos del bosque –le dijo el gnomo al leñador.
-Bueno, digamos que amo lo que hago y el entorno que lo rodea. Nací en el bosque y, aunque perdí a mi familia hace tiempo, mi lugar está aquí. Sé que el Espíritu Verde de la Naturaleza me susurra a cada instante y abre la llave de la confianza y de la aceptación de cada momento, fugaz y efímero; único, perfecto, indisoluble, entero. En cada momento reside la fuerza que impulsa cada paso. En uno de esos momentos, sentí una luz tan profunda y familiar que era como si formara parte de mí y desde entonces me volví sensible a la presencia de los seres que al igual que yo, respetáis y amáis la naturaleza. Sin vosotros, no perduraría. Así que aprovecho para darte las gracias.
-Eres el primer corazón humano que conozco y presiento que algo me ha guiado a ti –le dijo el gnomo-. ¿Será el Espíritu de la Naturaleza?
-Seguro. Él siempre nos acompaña. Está en la brisa, en las gotas de lluvia, en las estrellas y en las hojas de los árboles. Lo siento en los rayos del amanecer, en la belleza rosada del crepúsculo y en todo aquello que se oculta tras las montañas- confesó el leñador.
-Sí, presenciar y conectarte con el Espíritu te abre a lo que sucede sin importar nada más –afirmó el gnomo-. Es una forma excelente de sentir un gozo interno que siempre está ahí a pesar de todo.

Volvieron a la cabaña donde siguieron conversando. Esa noche el gnomo se quedó a dormir en la cabaña y desde la pequeña ventana de su habitación, contemplaba embelesado la bóveda celeste, ese cielo amoroso cuyas temblorosas estrellas acogen nuestros sueños y deseos y los muestran a la luz de la luna, la misma luz que indicó a la  familia del gnomo su paradero. Así que, a la mañana siguiente, mientras los primeros rayos se desperezaban y acariciaban los pensamientos del leñador y del gnomo, llamó a la puerta la familia del gnomo. El pequeño gnomo salió de entre unos granos de trigo del granero. Había percibido su olor, su tacto y el ruido que hacían al caer al suelo. Le había resultada divertido coger un puñado de granos y dejarlos caer.
El gnomo se despidió del leñador y se marchó con su familia. Les contó lo bien que se había sentido con el leñador y lo mucho que había aprendido de la fugacidad y la dulzura del instante y también sobre la habilidad del Espíritu de la Naturaleza para manejar cada momento, ése mismo que conectaba a todos los seres entregados al presente. También recordaba las últimas palabras del leñador:
-¿Dónde reside la magia de cada segundo?
-En verlo.  No dejarlo huir. No lo olvides.
El gnomo prosiguió adentrándose en la sabiduría ancestral de la naturaleza junto a los suyos, aunque el roce de las hojas de los árboles con la brisa matinal a veces le susurraba la generosidad que había tenido el leñador, acogiéndolo en su hogar. ¿Qué estaría haciendo el leñador ahora?
-Es mejor no preguntarse por las respuestas y dejar que afluyan por sí solas. Así cedemos el control al Universo –le dijo la brisa.

 
-¿De verdad? –preguntó el gnomo.
-Sí, porque desde el momento en que preguntamos, escapamos a lo que sucede en ese segundo. Debemos mirar al segundo, sentirlo, interiorizarlo, no siempre preguntar qué sucede, si miramos, confiamos. Simplemente, permitimos que suceda. La naturaleza oye nuestros pensamientos, está en cada uno de nosotros y hace que todo fluya armoniosamente, como el agua que fluye en el arroyo, mansa y calma, en ciertos tramos, y fuerte y poderosa, en otros. De igual modo que ella nunca para de fluir, siempre sigue su curso, de igual forma todo transcurre. Los procesos se manifiestan y las cosas surgen- argumentó la brisa.
-Entonces, ¿es una buena opción hablar poco y de forma moderada, y sentir mucho?-preguntó el gnomo a la brisa de los árboles.
-Sí –le respondió la brisa –pues hablar poco permite escucharse a uno mismo, al entorno y a los demás. Apaciguar el pensamiento es un primer paso para abrirnos a lo que realmente sentimos y necesitamos.       
Hacía unos meses que el leñador había presentado un proyecto a las autoridades de su zona para emprender el negocio de un aserradero. Recibió una carta de autorización. Como el leñador era una persona comprometida con el medio ambiente y con la preservación del entorno natural, una parte de los beneficios se destinarían a crear zonas de repoblación y a conservar las ya existentes para garantizar la existencia del latido de la naturaleza, de ese espíritu que permanece en la respiración del mundo y en las raíces de los árboles. 

Los gnomos estaban felices pues sabían que podrían seguir existiendo y disfrutando de su amado bosque a la vez que  jugaban con las hojas secas que se levantaban del suelo con el viento y les retaban a volar y dejarse arrastrar por la grandiosidad del cielo. Era una manera de saborear la infinitud silenciosa que subyace en el ahora.

El aserradero era próspero y facilitó la creación de nuevos espacios para el bosque, donde se plantaron varias especies de árboles. Ello supuso la creación de nuevas ocupaciones no sólo para la actividad del aserradero sino también para el cuidado de las nuevas zonas verdes creadas. En esas nuevas zonas también supuso un nuevo caldo de existencia para los seres que viven en la presencia del ser: los elementales de la naturaleza, los guardianes del espíritu, los seres de luz alados. Ellos constituyen el testimonio implicado en el proceso sabio y paciente de la madre naturaleza.
Gracias a la idea del aserradero del leñador, el gnomo presenció que la creación de lo nuevo siempre atrae a más vida, a más de la que incluso hayamos imaginado. Se trata de un juego infinito de interconexión amparada en la creatividad y el entusiasmo que imprimimos en lo que ha brotado de nuestro interior: ideas honestas que nos permiten ser nosotros mismos con la autenticidad del ser y el compromiso con la vida que nos ha sido regalada.      
Cuento extraido de mi libro de descarga gratuita Cuentos de hadas para niños y adultos de Bubok Editorial

sábado, 3 de noviembre de 2012

Cuento del pájaro y la estrella

La semana que viene he sido invitada a dar una charla en un colegio de mi ciudad sobre mis cuentos de hadas. Es algo que me hace muchísima ilusión. 

Voy a recitar ante los niños una breve poesía de mi autoría y les explicaré mi cuento El pájaro y la estrella, mientras les muestro a los alumnos del centro escolar algunos dibujos que he preparado sobre este cuento. Este cuento forma parte de la recopilación de cuentos infantiles de mi libro de descarga gratuita Cuentos de Hadas para niños y adultos de Bubok Editorial.

Pilar Argés García autora de los blogs Tejiendo cuentos y poesías infantiles y Cuaderno de Colores me hizo unas bellísimas ilustraciones sobre este mismo cuento. 

Podréis ver la belleza de sus dibujos en: http://www.mjesusverdu.com/castella/cuentos.htm   

El pájaro y la estrella

Érase una vez una estrella del cielo que se preguntaba cómo sería caminar sobre el planeta al cual ella iluminaba cada noche, o cómo sería caminar o sentir la brisa sobre su piel. Así que le pidió al Hada de la Luna que por un sólo día la transformara en pájaro para poder sentir la libertad de volar en el firmamento, de disfrutar de la belleza de este planeta y de sentir la tierra bajo sus pies.

  

El Hada de la Luna le concedió su deseo y la primera sensación que tuvo la estrella, ya convertida en pájaro, es la de haber perdido su luz, sin embargo, su instinto animal la orientaba.

La estrella-pájaro saboreó por vez primera el placer del vuelo en libertad, el placer de dejarse llevar a la merced del viento, sin batir sus alas, simplemente, manteniéndolas desplegadas e inmóviles para entregarse a los caprichos del movimiento de la corriente del aire. El ahora pájaro supo lo que era atravesar una nube y sentir la agradable sensación de la calidez de los rayos del sol envolviéndole su alma animal.

-¡Uy! Puedo cantar –dijo la estrella-. ¡Qué trino más cautivador y melodioso sale de mí!

Y con su hermoso cantar, el entonces convertido en pájaro, recorrió sin parar de cantar y piar las colinas y los valles, mientras se dejaba seducir por la belleza natural de nuestro planeta. 

Un pájaro de bello plumaje se acercó a él y le pidió si podían compartir vuelo en aquella aventura y ambos siguieron surcando los cielos. También encontraron otros pájaros en su camino.

Los dos pájaros empezaron a sentirse sedientos y se posaron cerca del río para saciar su sed.

¡Qué ligera, escurridiza y cristalina le pareció el agua al pájaro! La saboreaba y la miraba maravillado. Desde el universo era imposible disfrutar de la sensación de frescura del agua.

El otro pájaro le preguntó el porqué de tanta sorpresa y expectación por algo tan normal como el agua, pero no obtuvo respuesta.

Siguieron volando y empezó a llover una fina lluvia. Las diminutas gotas atravesaban sus plumas y llegaron a su piel. Un escalofrío  recorrió a la estrella convertida en pájaro.

-Parece que estás temblando –le dijo su nuevo y único amigo en la tierra-. No entiendo porque te afectan tanto unas simples gotas de lluvia... Pero, de nuevo, sin respuesta.     

Los pájaros siguieron volando y la lluvia cesó. El arco iris presidió el cielo y, de nuevo, el pájaro se quedó fascinado ante la belleza de la sublime combinación de colores que vestía el firmamento.

-¡Oh, qué bonito! –exclamó.

-Sí, a mí también me gusta –le dijo su amiguito- pero no grito de satisfacción cada vez que lo veo. Cualquiera diría que no eres terrícola- afirmó. De nuevo, sin respuesta.

-¿Vamos al nido? –le preguntó- ¿Por qué no respondes? ¿Dónde está el tuyo?-. 


De nuevo, sin respuesta. Simplemente, siguieron volando. Se dirigieron a un paraje natural donde otras especies de animales pacían tranquilamente en los pastos, mientras se ponía el sol. También vieron algunas casas de campo y cabañas. De pronto, un banco de niebla se asentó en el lugar y un frío húmedo empezó a calarles los huesos. Así que ambas aves debían cobijarse en sus nidos.


-¡Vamos al mío! –dijo el nuevo amigo del pájaro-estrella.

En el nido, se colocaron uno junto a otro para transmitirse calor corporal y esta nueva y desconocida sensación transmitió tibieza y seguridad al pájaro venido del Universo hasta que se quedó plácidamente dormidito...    

Lo despertó el Hada de la Luna.

-¿No te acuerdas que debes regresar al universo? –le preguntó el Hada.

-Sí, pero soy tan feliz aquí... –le respondió, mientras su amigo seguía dormido.

-Perteneces al cielo estrellado –le dijo el Hada-. ¿No echas de menos tu luz? –le preguntó.

-Sí, pero aquí puedo sentir el latido de mi corazón y vivo en movimiento con el momento presente que me acaricia el alma –le dijo el pájaro al hada.

 
-Recuerda que prometiste regresar –le advirtió el Hada de la Luna.

 Entonces el otro pájaro despertó y el pájaro-estrella le contó toda la verdad.

-Regresa –le dijo el pájaro al pájaro-estrella-. Yo seguiré volando cerca de ti en el cielo estrellado. 

Compartiremos las noches y tú me iluminarás con tu luz estelar.

-No será lo mismo –le dijo triste, el pájaro estrella.

-Bueno, al menos tú siempre estarás ahí todas las noches y tu luz siempre me guiará. Serás mi brújula.

Por la mejilla del pájaro-estrella brotó una lágrima y, de este modo, conoció el amargo sabor de la tristeza. Pero la lágrima empezó a transformarse en luz y la luz fue rodeando al pájaro-estrella el cual empezó a batir sus alas hacia el firmamento, que, amorosamente le esperaba...  De pronto, volvió a su forma cósmica originaria y se elevó junto al Hada de la Luna, despidiéndose de su amigo pájaro.

Cuentan que todas las noches un pájaro tras recorrer el cielo, siguiendo a una brújula oculta en algún recóndito lugar, susurra a una estrella un bello trino al alba...   

Autora cuento e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases 


Además, como regalo para los niños del aula, les he dibujado esta ilustración para que la coloreen y quede en el recuerdo.   

Este cuento ha sido publicado en el portal La Gran Hermandad Blanca. 

Aquí os dejo el enlace:

http://hermandadblanca.org/2012/11/18/cuento-para-ninos-el-pajaro-y-la-estrella-por-maria-jesus-verdu-sacases/