Érase una vez un niña con corazón de hada, que vivía en una cabaña en un frondoso bosque. Hacía días que soñaba con un pegaso blanco y hermoso pero desconocía el significado que tal sueño le aportaba. Hasta que un día un bello e impresionante pegaso se apostó en la entrada de su casa.
Al principio, ella se asustó y le pidió que se marchara pero el pegaso no lo hizo. Pasaban los días y el animal no se movía de allí. Con el pensamiento, un día el pegaso le pidió a la niña-hada que se fuera con él. Ella accedió y el pegaso extendió sus alas nacaradas en un vuelo rumbo al Reino de las Hadas. Nada más llegar a este reino, a la niña-hada le crecieron un par de alas en la espalda similares a las del pegaso.
-Ahora eres un hada completa –le dijo el pegaso.
El pegaso le mostró los secretos del país de las hadas y la condujo en vuelo raso hasta el Consejo de las Hadas, las cuales decretaron que el pegaso y el hada nunca deberían separarse. Esto alegró a ambos.
Desde entonces, el hada es guiada por su pegaso y muchos cuentan que la pureza de ambos mantiene para siempre unidos a sus corazones.