Este cuento de mi autoría fue publicado en el blog Tejiendo Cuentos y Poesías Infantiles de Pilar Begoña. Aquí os dejo el enlace:
http://tejiendocuentos12.blogspot.com.es/2012/09/el-duende-de-la-ilusion-y-el-hada.html
Érase una vez un duende
llamado el Duende de la
Ilusión a quien le encantaba divertirse. Así que era capaz de
bailar todo el día, simplemente sabiendo reconocer la música de su corazón. El
Duende de la Ilusión
se sentía inmensamente feliz siendo capaz de bailar al son del divertido latido
de su corazón. Sin embargo, también deseaba compartir tan bellos momentos con
alguien con la sensibilidad necesaria para marcar los pasos de tan rítmico
baile…
Por la noche el Duende de la Ilusión husmeaba en los
sueños de los humanos, esas criaturas tan ensimismadas en los quehaceres de sus
vidas cotidianas, que se olvidaban de disfrutar. Pero los humanos poseían un
don: a través de sus sueños nocturnos podían dar rienda suelta a su
inconsciente lo que daba origen al más variado contraste de imágenes oníricas.
Algunas de ellas eran tan originales y creativas que incluso tenían la virtud
de hacer sentir bien al Duende de la Ilusión.
A veces el Duende de la Ilusión bajaba a visitar los sueños de los humanos con su más fiel aliada: el Hada Celeste, la cual era capaz además de contemplar esas imágenes, de interpretar las emociones que aparecían ligados a esos sueños. Al Duende de la Ilusión le encantaba descifrar el significado y los sentimientos que acompañaban a la estructura de los sueños de la especie humana. Lo encontraba un misterio fascinante de resolver.
Además al Duende de la Ilusión le chiflaban los sueños felices y solía
bailar en ellos junto al Hada Celeste, pero, una noche ambos se perdieron en
las lágrimas que nacían de la angustia y la tristeza de una pesadilla de una
chiquilla. El Duende de la
Ilusión y el Hada
Celeste trataron de escapar del sueño, corrían en todas direcciones pero les
resultó imposible salir:
-Tranquila, hada –le dijo el
Duende de la Ilusión-,
escaparemos cuando la chica despierte.
Sin embargo, cuando la chiquilla despertó, el Duende de la Ilusión y el hada siguieron atrapados en ese mal sueño porque la chica era incapaz de apartar de su mente la pesadilla que había soñado la noche anterior. Así que el Duende de la Ilusión y el hada vagaron por los pensamientos negativos de la chica, prisioneros de esa cárcel intangible. Eran esclavos de sus emociones más ocultas que ahora bañaban cada momento que ella vivía. Desde esa posición, ambos sintieron en lo más profundo de su alma, el frío de las lágrimas de la chiquilla, el bloqueo y el sufrimiento que regaba su corazón de un dolor tal, que el hada y el Duende de la Ilusión nunca habían sabido reconocer en nadie. Dispersos en la mente de la chiquilla, decidieron idear un plan para añadir una ráfaga de alegría a ese martilleo incesante de negatividad que se había convertido en un peligro para el equilibrio emocional de la chiquilla y a la vez ponía a prueba su fortaleza interior. Sin embargo, era evidente que su fuerza emocional se tambaleaba por momentos.
El Duende de la Ilusión soplaba con fuerza destellos de ilusión y
amor en dirección al corazón de la chica y el Hada Celeste, a lomos de su fiel
unicornio mágico, envió al subconsciente de la joven una lluvia de estrellas de
tal magnitud que la joven miró al cielo y vio que las estrellas que de ahí
colgaban habían nacido de un lugar tan profundo y cautivador que con tan solo
mirarlas, su corazón se enternecía y dejaba de llorar. Ese lugar donde nacieron
las estrellas se reflejaba en el espejo de los ojos de la joven y ella pudo
reconocer su poder gracias a la brisa de serenidad que se desprendía de los
pasos apresurados del Hada Celeste y del Duende de la Ilusión, que regresaban a
su mundo encantado…
Estas ilustraciones de mi autoría han sido realizadas según el método de Christopher Hart en Dibujar hadas (págs. 47 y 69).