La Guardiana de la Luna, esa dama introspectiva y sabia, nos desvela...
Estáte receptiva y atenta a la belleza de la vida para que no se me escape ni un instante.
El instante cobra mayor sentido, cuando no se le juzga y, por tanto, no se le limita para dejarse ser y volar a su aire.
Todo
acontecimiento debe fluir e irradiar luz, la luminosidad del instante
que le insufla vida y acción. Desde el reino omnisciente y de meditación
consciente, te alentamos a que irradies energía de luz diariamente
sobre el planeta durante toda tu existencia pues es esa luz sutil la que
transforma el cariz de los acontecimientos para erigirse en la verdad
divina predestinada a todo y a todos, aunque no lo parezca.
Pero
preocuparnos por lo que parece es darle cancha al ego, siempre hay algo
más allá, algo que no es comprensible pero que no por eso está
destinado a desaparecer sino más bien a cobrar fuerza ante la mirada
inaudita de muchos y es que venimos a cambiar nos guste o no.
Es al ego a quien le gusta o no porque el ser siempre acepta, aunque eso no implique someterse o compadecerse como una víctima o resignarse.
De lo más sencillo, puede obtenerse una plenitud y una libertad infinita sobre todo cuando lo simple se siente como divino.
Enfoca la energía en la
realización de lo sublime en cada visión y cada acto cotidiano por
intrascendente que este parezca. Ello implica mirar con ojos de niño,
libre de conceptos predeterminados y repleto de alegría innata e
incesante. Un niño está vacío, dispone del don de la vacuidad, por eso
él es sensible a realidades y situaciones que otros ignoran.
Los
niños son empáticos y es, desde esa posición de comprensión neutral a
partir de la cual debemos partir en cada gesto que se convertirá en generador de energía limpia de transtornos y de distorsiones
emocionales.
Por eso, la purificación es algo constante que deberíamos integrar en nuestro quehacer. Uno está purificado cuando se siente tan ligero y liviano como las alas de una mariposa. Entonces, la inocencia se respira en cada poro y el agradecimiento interior bañado de desapego nos eleva al propósito de nuestra misión, a ese poder que nos permite trascender el dolor y comprender, aunque no siempre compartir, las actitudes de quienes nos dañaron y nos favorecieron.
Como
piezas en el tablero de ajedrez de una existencia dual, al encontrar
nuestro punto de equilibrio, aprendemos a mantener una mente neutral, no
condicionada al juicio, completamente abierta a lo efímero e
instantáneo del momento, en linea con el ser, en un estado absoluto de
presencia.
El
presente, así pues, se rige como nuestro monarca, nuestro guía que nada
espera a cambio y que todo obtiene en cada mirada desinteresada pero
que ha aprendido a reconocer todas las bendicines recibidas del cielo en La Tierra y que para todos existen en nuestro camino. El
secreto reside en no dejarlas pasar, dándoles el valor que realmente
tienen.