miércoles, 31 de octubre de 2012

Discurso de la Guardiana de la Luna

La Guardiana de la Luna, esa dama introspectiva y sabia, nos desvela...
 
Estáte  receptiva y atenta a la belleza de la vida para que no se me escape ni un instante. 
El instante cobra mayor sentido, cuando no se le juzga y, por tanto, no se le limita para dejarse ser y volar a su aire. 

Todo acontecimiento debe fluir e irradiar luz, la luminosidad del instante que le insufla vida y acción. Desde el reino omnisciente y de meditación consciente, te alentamos a que irradies energía de luz diariamente sobre el planeta durante toda tu existencia pues es esa luz sutil la que transforma el cariz de los acontecimientos para erigirse en la verdad divina predestinada a todo y a todos, aunque no lo parezca. 

Pero preocuparnos por lo que parece es darle cancha al ego, siempre hay algo más allá, algo que no es comprensible pero que no por eso está destinado a desaparecer sino más bien a cobrar fuerza ante la mirada inaudita de muchos y es que venimos a cambiar nos guste o no. 

Es al ego a quien le gusta o no porque el ser siempre acepta, aunque eso no implique someterse o compadecerse como una víctima o resignarse.

De lo más sencillo, puede obtenerse una plenitud y una libertad infinita sobre todo cuando lo simple se siente como divino.

Enfoca la energía en la realización de lo sublime en cada visión y cada acto cotidiano por intrascendente que este parezca. Ello implica mirar con ojos de niño, libre de conceptos predeterminados y repleto de alegría innata e incesante. Un niño está vacío, dispone del don de la vacuidad, por eso él es sensible a realidades y situaciones que otros ignoran. 

Los niños son empáticos y es, desde esa posición de comprensión neutral a partir de la cual debemos partir en cada gesto que se convertirá en generador de energía limpia de transtornos y de distorsiones emocionales. 



Por eso, la purificación es algo constante que deberíamos integrar en nuestro quehacer. Uno está purificado cuando se siente tan ligero y liviano como las alas de una mariposa. Entonces, la inocencia se respira en cada poro y el agradecimiento interior bañado de desapego nos eleva al propósito de nuestra misión, a ese poder que nos permite trascender el dolor y comprender, aunque no siempre compartir, las actitudes de quienes nos dañaron y nos favorecieron. 

Como piezas en el tablero de ajedrez de una existencia dual, al encontrar nuestro punto de equilibrio, aprendemos a mantener una mente neutral, no condicionada al juicio, completamente abierta a lo efímero e instantáneo del momento, en linea con el ser, en un estado absoluto de presencia. 

El presente, así pues, se rige como nuestro monarca, nuestro guía que nada espera a cambio y que todo obtiene en cada mirada desinteresada pero que ha aprendido a reconocer todas las bendicines recibidas del cielo en La Tierra y que para todos existen en nuestro camino. El secreto reside en no dejarlas pasar, dándoles el valor que realmente tienen.