Tras su aprendizaje en el planeta, las hadas estarán más preparadas para ayudar a los humanos pues habrán pasado por el duro trance de experimentar sus sentimientos. Por tanto, van a encontrar soluciones más realistas para lograr que alguien destape todo su potencial y lleve a cabo su misión sin interferencias. Sin embargo, aquí ellas están desprovistas de su magia.
Mientras están aquí en su cuerpo humano pagarán cara su intención altruista pues van a tener que enfrentarse a la comparación, a los apegos, a las rencillas, a la envidia y todos aquellos males del ego, que no existen en el país de las hadas. Aquí conocerán el odio y sólo cuando recuerden quienes son, aprenderán a dejarlo ir y a ocupar aquí un discreto lugar desde una actitud humilde y serena. Tanto cuando están en su mundo como en el nuestro, las hadas son ellas mismas desde el silencio, la discreción y la paz de espíritu. Por tanto, hasta que no las encuentren aquí, no recordarán quienes son y vivirán en la confusión y el olvido de sí mismas. Podrán conciliarse con el sufrimiento para aceptarlo o soltarlo desde el desarrollo de una mente neutral.
En la dimensión hadada existe la paz y la inocencia y en este planeta, su equilibrio va a tambalearse por el miedo, pero entrarán en contacto con el coraje para hacerle frente. La época ideal para asimilar sus lecciones es la actual, donde la incertidumbre forma parte de nuestros días. Asimilar lo emocionante de esa incertidumbre, también será uno de los retos que deben superar estas aprendices.
También aprenderán que el fracaso puede llevar a una victoria. A veces, ante ciertas actitudes crueles valdrá la pena retirarse pues prestar atención a quien les hace daño puede acarrearles lágrimas y disgustos ya que hay circunstancias que no dependen de uno mismo y por esta razón deben de ser aceptadas, pero, ante una renuncia la vida siempre las obsequia con un cambio de papeles en la siguiente experiencia. Sin embargo, en la siguiente, ellas habrán aprendido a dejar a un lado la venganza, el orgullo o la arrogancia y ya no van a adoptar una actitud inhumana por lo que quien deba ser que deba ser apartado de su camino terrenal, lo será de forma natural, correcta, espontánea e inesperadamente. De esta forma, las hadas ahora humanas van a poder traer su luz al mundo y desarrollar su misión de amor lo que les permitirá desplegar las alas para regresar a casa. Esa ansiada casa donde les espera su familia de hadas, duendes, gnomos, elfos y tantas otras criaturas mágicas que vibran en la dimensión del juego y de la alegría. La aceptación y la rendición ante todo lo que ha hecho llorar a su corazón, las hará encontrarse a sí mismas, sentirse ligeras tras haber perdonado y olvidado y esa será la llave más rápida de regreso a la dimensión hadada a la que pertenecen.
El haber pasado un tiempo en La Tierra puede ofrecerles el premio de evolucionar de una dimensión hadada a una dimensión angelical donde su patrón será el arcángel Uriel, quien suele trabajar en colaboración con las hadas. Todos los suyos también van a beneficiarse de su aprendizaje pues desde su regreso ellas y su familia van a estrechar su compromiso y su vínculo con el planeta Tierra gracias a que han logrado conciliarse con el elemento tierra y van a poder sintonizarse mejor con la vibración terráquea del corazón y del alma de este planeta para impulsar su avance y evolución en el Universo.
A su regreso, ellas van a ser abrazadas y aplaudidas por los suyos pero van a traer consigo la humildad aprendida en La Tierra. Desde ahora van a ser más sutiles, cautas y preferirán observar en lugar de mostrar su cólera. Han avanzado hacia un tipo de hada más compasiva y comprensiva que ha aprendido a dejar de tenerle miedo a lo desconocido y a pensar antes de adoptar un impulso.