viernes, 5 de febrero de 2010

Cuento de la niña, la ardilla, el conejito y el ratón de campo




Érase una vez una niñita preciosa que nació en una granja en el campo. Desde pequeña poseía una extraordinaria cualidad y es que entendía y percibía el lenguaje y los sentimientos de los animalitos del bosque. Esto le permitió mantener una afinidad con los animales de la granja donde vivía y con los del bosque cercano que rodeaba a su casa en el campo. Desde que la niña empezó a gatear fue sensible a lo que los animalitos le transmitían y podía asimilar principios compartidos por la especie animal. Desde su más tierna infancia aprendía mucho de ellos.

Un día aparecieron en su granja un conejo de bosque, una ardilla y un ratoncillo. Ellos le instruyeron sobre valores como el compañerismo y la solidaridad, poniéndole como ejemplo la actitud que mantenían estos tres animalitos, cuando las lluvias asolaban el bosque y el conejo acogía en su madriguera a la ardilla y al ratoncito, la cual quedaba a salvo de la entrada del agua gracias a las piedras, la hierba y la tierra que taponaban la entrada. El conejo, además, guardaba en su madriguera frutas silvestres y frutos secos con que alimentar a sus amigos en esta situación. Sin embargo, a él le complacía proteger a la ardilla y al ratón de campo.

A la niña le maravillaba oír estas historias del mundo animal porque hallaba en ellas un sentido de autenticidad y de nobleza que ennoblecía a sus amigos los animales. Junto a la ardilla, el conejo y el ratoncito se quedó la niñita charlando hasta que su mamá la vino a buscar para merendar. Tras la merienda la niña se fue a su cuarto a jugar. La ventana estaba abierta y la brisa le trajo el canto de los grillos, ese canto que adoraba escuchar en los días de verano, pues le llenaba de paz... y con esa paz la niña cerró los ojos y se quedó dormida.

Soñó con su granja, con su bosque y con sus animalitos. Le pidio al cielo quedarse siempre con ellos y compartir sus mejores momentos con la naturaleza salvaje acurrucada en el canto del ruiseñor y resguardada por la belleza de las estrellas. Soñó que entraba en una cueva mágica invitada por un hada y que le concedió un deseo: convertirse en el Hada de los Animales para no tener que escapar nunca de ese sueño que le robó el corazón.

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