lunes, 5 de noviembre de 2018

La ventana al ahora en la naturaleza

A pesar del cansancio, he vuelto, he regresado a mi rincón mágico, en plena naturaleza, arropada por la brisa y el sonido relajante del agua del río: fluye incesantemente y eso es precisamente la vida: fluir y fluir, un constante ir y venir. 

El zumbido de los insectos y el canto de los pájaros me recuerdan el aquí y el ahora, desde donde abro la ventana del ahora mismo. Me asomo y observo con atención.

Soy testigo en la quietud de este paisaje verde, tranquilo, lejos de todo pero que me lleva hacia dentro, hacia mí misma, a algo desprovisto de palabras, indefinible. Se trata de un estado apacible que lo incluye todo pero sin perderse en nada.

Algunas gotas frescas de lluvia caen sobre mi mano y me hacen estar alerta a este momento. El enorme árbol bajo el que estoy escribiendo me resguarda. Se ha convertido en mi paraguas particular. Gracias a él sigo cómodamente aquí sentada, contemplando este valle y sus casas de piedra. 

Las raíces del árbol sobresalen. Hay musgo en esas raíces. Verlas me enraiza y me pongo en su lugar. Me pregunto: ¿qué habrá debajo?, ¿qué se esconde en el interior, en lo que no se ve?

Siento que en mi interior está la paz y que la tierra rebosa de ella. Por eso el contacto con la naturaleza nos conecta a ese estado natural, el mismo que emerge cuando no hay nada mental que lo obstruya.

Doy las gracias por estar aquí. Algo me conduce a este lugar una y otra vez. Lo agradezco de nuevo. 

Aquí reverencio a la Madre Tierra, a su belleza y abundancia. Ella es nuestro regalo: eleva nuestro estado de conciencia, nos despierta y nos hace estar presentes. Me siento centrada, el ahora está en primer plano y las preocupaciones se han reducido a un mero actor secundario al que nadie presta atención. Eso es felicidad, paz.     


¿Qué fuerza es la que lo hace crecer todo? La naturaleza, además, suele regenerarse. Su poder resulta un misterio. ¿De dónde sale esa sabiduría? Intuyo que los elfos, las hadas, los duendes y los gnomos y tantos otros guardianes del bosque conocen ese secreto el cual surge del silencio, del vacío. No todo puede explicarse con palabras. 


Sin embargo, debo regresar a mi  mundo, retomar el día a día y cierro mi ventana por hoy. 

Autora texto e ilustraciones: M. J. Verdú
Técnica ilustraciones: Pastel
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