martes, 13 de noviembre de 2018

El camino de luz sobre el lago en este preciso instante

Las perlas del sol relucen en el agua,
acunadas por el relajante sonido
de las olas del lago
las cuales confieren a la atmósfera
un aire soñoliento y calmo.



El canto de los pájaros rasga el silencio.
Todo es claro e inmediato.
Nada se me escapa.
Estoy presente, atenta.

El tiempo se ha ido de este paisaje natural
donde la presencia se yergue
como las briznas de hierba,
que se tuercen
por capricho de la brisa.

Las palabras, los pensamientos
han interrumpido su charla habitual
en mi mente.

Se abre una pausa.

El instante cobra vida,
la luz del ahora luce en cada forma.


Miro las formas
y percibo un halo de no forma.
Se trata de algo de lo que ellas surgen
y que subyace en todo cuanto veo.
Podría decirse que es ligero, callado, fresco.



Los rayos solares siguen formando
un camino estrellado, luminoso
sobre la superficie del lago.
Este camino me conecta conmigo misma,
no con un yo y sus conceptos,
sino con algo desnudo de todo,
con algo que no necesita nada más. 

La ligereza del instante me acaricia...

El viento me conecta con la dicha del ahora.
Soy consciente 
de ser, 
de este preciso momento.

Atestiguo el instante
desde una perspectiva imparcial
donde no me dejo enmarañar
por lo que contemplo. 

La paradoja es que desde esta presencia
sublime, indescriptible,
desposeída de la ilusión del tiempo,
ni tan sólo el ahora, entendido como tiempo, parece real,
entonces, ¿A dónde se ha ido el tiempo?



Sigo permaneciendo como el testigo impávido, impasible,
que no se deja influir por lo que acontece o presencia
pues nada cambia mi verdadera naturaleza atemporal.

Nada de lo que ocurre en el escenario de las formas
puede dañarme.
Tan sólo atestiguo lo que viene y lo que se va.
Me instalo ahí. 
Resido en mi casa, en lo que yo verdaderamente soy.

Gracias el movimiento de las olas,
la luz chispea
con mayor intensidad y velocidad sobre el agua dulce.
Todo se mueve tan rápido en el sueño de la vida...

Un hilo de luz bordea la orilla
de este vasto lago.
Esta luz llega hasta la tierra mojada.
¿Qué nos separa de la luz que realmente somos? 


Desde el no tiempo soy testigo del tiempo.
El agua sigue chispeante de luz.
Todo cambia, todo pasa de largo...

En el dejar de ser lo que tú crees, nace el ser Todo. 

Autora texto e ilustraciones: M. J. Verdú
Técnica ilustraciones: Pastel, lápices de colores y acuarela.
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