El fulgor de las estrellas refulge hoy con una luz especial. El firmamento luce más bello y sereno que nunca. El silencio abraza las colinas, mientras los sueños de los niños cobran vida. Hadas, princesas y gnomos se cuelan en sus sueños y los vivifican de tal modo que a ellos les parecen reales cuando despiertan.
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Castillos encantados
y bosques mágicos con simpáticos animalitos son el escenario perfecto que se esfumará al amanecer, cuando los primeros rayos de sol despierten a los niños y éstos se desperecen para levantarse. Pero algo de lo soñado permanecerá con ellos y les compañará como fieles guías allá donde vayan. La ilusión infantil avivará su mundo fantástico y onírico y tratará de reverberar en su realidad tales sueños como si su reflejo pudiera trasladarse a la cotidianeidad.
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Seducidos por los cuentos de hadas, los niños son capaces de conectar con el lugar donde éstos nacen, son creados, esto es, en el corazón.
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El latido de la tierra se halla vinculado a los cuentos de hadas, a los bosques donde éstos se erigen como castillos imponentes cuyas torres resultan tan elevadas que alcanzan a los ángeles. A los niños les encanta la madre naturaleza y es precisamente en ella donde muchos de los cuentos se tejen como tapices cuyos bordados ilustran las ideas que se transforman en historias infantiles contadas a un grupo de chiquillos sentados ante la chimenea del hogar.
Autora: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustración inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Pastel o Acuarela