Es una tierra bendecida por Dios. Sus gentes sencillas y humildes agradecen lo pequeño, mientras su corazón se engrandece con la luz del amanecer. Los rayos dorados caen mansamente sobre sus rostros alegres y se filtran en la luz de su mirada. Resultan personas simpáticas y agradables y por eso te han calado profundo.
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El cielo luce bello hoy en estas tierras abrazadas por los ángeles, mientras los peces y las embarcaciones surcan los mares para descubrir bellas tierras y calas.
Te quedas quieta agradeciendo tu bienestar y sintiéndote tremendamente bien. La arena se cuela entre tus dedos, mientras juegas con ella. Aprecias su suavidad y color claro. El bosque no está lejos y te diriges hacia él. Te sientes una más en él, con los árboles, los animales, los ríos, las flores. Sabes que estás en casa y que aquí todo resulta un fiel reflejo de tu alma y de tu magia. Por fin la encontraste y te fundiste con ella.
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Eres una hada en la Tierra, te has graduado en la escuela de hadas y, por fin, es tu turno aquí y ahora.
Autora: María Jesús Verdú Sacases
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