Siento como a este lugar de paz y silencio
yo viniera a completar mi alma,
como si recogiera aquí partes
que me estaban esperando desde hace tiempo,
cuando las estrellas brillaban en la galaxia
y yo permanecía tan cerca de ellas
que podía confundirme con su luz.
Cada destello estelar me indicaba la dirección
en que yo recogería mi legado
y aquí estoy,
sintiendo la dicha de estar
y dejar que lo correcto venga a mí,
como un rayo de sol
que se funde en el corazón
y se queda dentro,
abrazado por el latido del ser.
Recogemos lo sembrado, lo creado
y en aceptarlo y permitirlo
reside una magia
que nos impulsa a confiar
en que en nuestro interior
se halla la llave que puede abrirse
en un instante especial
que nos invita a irradiar luz
y a experimentar la naturalidad de ser
que imprime belleza
en cada uno de nuestros actos.
Todos pertenecemos a esa belleza
nacida del alma
y que es capaz de desplegar
sus alas de perfección,
en cada paso,
en cada palabra,
desde la atenta consciencia
y volar al infinito
para traerlo al ahora.