El sonido de
las aguas del río que fluyen por instinto serenas de la mano de la sabiduría
ancestral que las guía eternamente, me adentra en el alma y me ayuda a desechar
pensamientos ajenos a la perfección del ser que anida en todos.
La aceptación
de lo que etiqueté como como malo, le resta poder a lo que presté tanta
atención como para permitir que mermara mis aptitudes emocionales. Sin embargo,
ya no me resigno a este proceso sino que simplemente lo suelto, lo libero y me
despido de él sin rencores. Lo abrazo para integrar las lecciones que me dejó y
le digo adiós para siempre. Ahora me siento yo misma: ligera y en armonía.
Soltar es terriblemente liberador.
Visitar en mi
tiempo libre este lugar silencioso quebrado ahora por el tañido de las campanas
del pueblo, se ha convertido en un ritual en mi vida que me aporta paz de
espíritu . Mi pareja, un ángel que bajó a la Tierra para enseñarme a amar la vida, me mostró
hace tiempo este paraíso natural que desde hace unos meses se ha convertido en
mi vía de escape hacia dentro
Las casas de
piedra tienen una belleza particular que armoniza con la orilla del río y con
la de este paraje pétreo donde mis guías se han convertido en el testimonio de excepción lo cual
lo transforma en un lugar sagrado. Desde aquí agradezco y venero el instante
que tengo la dicha de presenciar desde mi alegría interior: esa alegría inocente
e innata que sentía cuando era chiquilla y que ahora ha regresado.
No me movería
nunca de aquí, seducida y cautivada por la corriente del río, el canto de los
pájaros, la profundidad de los valles y la fuerza del momento que me enraiza en estas tierras que testimoniaron mis días de infancia.
Doy gracias
por todo lo que ha contribuido al ahora y por este calor matinal que se funde
con la luz de mi alma. También doy infinitamente las gracias a las aguas por
nutrir el suelo y provocar que mi corazón estalle de dicha y de serenidad.
Siento a mi corazón tan cerca, que es como si lo tuviera sobre mi piel y su
latido besara mi boca.
Veo en cada
brizna de hierba, en cada árbol, en cada nube a un pequeño Dios que brinda su
luz al mundo y que se expresa desde el sosiego y la integridad con que fue
creado.
En este rincón
me siento segura y percibo una conexión espiritual con lo divino y lo sublime
que todo lo impregna y que sólo puede reconocerse desde la intuición y la
capacidad creadora del alma y de la mente a su servicio.
Aquí vengo a
recuperar y a vivenciar mi infancia, ahondando en la libertad de esos días y que
ahora se ha traslado al momento en el que vivo. Además, esa sensación de
ligereza y de margen de acción se ha apoderado del instante y es mi timón. Pero
permito que sea él quien me guíe y en vez de inquietarme, me ha ayudado a
conciliarme con la incertidumbre de la vida, la cual encierra cierta dosis de
emoción que alimenta mi corazón de niña y me envuelve en un halo angélico y
luminoso que me susurra que soy la niña amada del Universo.
A veces siento
que durante mucho tiempo atrás estuve aquí y que ahora vengo a recoger las
semillas de calma que sembré entonces. Desde este lugar especial honro a mis
antepasados, recojo su amor y me libero del karma que sus expectativas pudieran
haberme causado. De esta manera, suelto cadenas y dejo que mi alma camine
libre, destinada a irradiar la luz que la creó.
Estoy
experimentando 2012 como ese año de bendición donde mis pensamientos se vuelven tan pacíficos como los remansos del agua del río.
El silencio me
abraza y me siento arropada por la energía hadada y élfica que se respira aquí.
Intuyo que amé durante mucho tiempo este paisaje encantador y encantado, el cual una
y otra vez me arrastra hacia él...