Las hadas se bañan en el río junto a las nereidas
y juntas entonan con los ángeles
una sinfonía de amor
que corre libre, sin condiciones
y llega a cada recodo
de todas las dimensiones creadas.
Todos los seres de luz
bailan al unísono
y agradecen infinitamente
este momento de alegría,
que regenera el instante,
y le aporta una chispa de felicidad.
Las estrellas abren los ojos
y se rinden a la melodía
que seduce su luz
y la transforma en perfección.
Todo el Universo se eleva,
ante las notas cautivadoras
que emanan del reino hadado y angélico,
para luego postrarse
ante la belleza de tal creatividad.
El agua del río fluye con el instinto
otorgado por la madre naturaleza
con el don de refrescar las emociones
de quien se acerca a ella.
Desde aquí siento el amor del ser
y el milagro del ahora,
cálido, efímero, radiante.
Desde este estado sólo existe cabida
para el agradecimiento
y el reverenciamiento
de todo lo que es.
Conmemoro el ahora
junto a mis guías.
Permito que las aguas se lleven lo obsoleto
para dejar espacio a la magia del instante
y envío luz y amor a toda la creación.
Mis guías me ayudan
y favorecen que caminen hacia mí
experiencias enriquecedoras
que me conducen
a la delicia de ser.