Estoy en una cordillera sagrada, oculta a los ojos del mundo. Si algo me atrapa es una sensación de espíritu libre y de conciencia pura, que me hace sentir en paz e identificarme con quien soy. Me siento en plenitud y en equilibrio con mis emociones en esta pradera, rodeada de montañas nevadas y de un silencio que me abre las puertas del alma. El aire cierra el paso a cualquier destello de preocupación...
La suave brisa rasga la quietud de este paraíso y doblega la vegetación al compás de su movimiento suave y en dirección al norte. Un río cruza el valle y me veo reflejada en sus aguas. En mi rostro descansa ahora la luz de los rayos del sol.
Es un reflejo especial y sorprendente porque me muestra mi ánimo interno. Vislumbro a una figura un tanto despreocupada, que parece estar acoplada a su entorno de acuerdo a sus sentimientos. Sigue su camino, como una alforja como único equipaje y una rosa en su mano sin importarle si quizás en el siguiente paso pueda llegar a caer.
Camina como respuesta a una fase de evolución natural de procesos cíclicos interminables que dominan su existencia, siempre en movimiento y en cada instante no olvida dejarse extasiar por este paraje natural, cuyo encanto admira y siente de tal modo que parece apurarlo con su mirada brillante de emoción. Sin duda, esta figura parece un Loco maravilloso cuya locura quizás resida en seguir enamorado de cada momento presente que se despliega ante él, aunque se trate de un amor sin condiciones, con desapego donde la libertad se muestra de forma natural. Sus ojos resplandecen porque vive en armonía con la energía que lo invita a no detenerse nunca y a dejarse llevar sin agobiarse y sin ataduras. En un gesto espontaneo él me entrega parte de esta energía para manejarla y convertir cada escena en una aventura a mi favor.
Me siento ligera y como si tuviera alas, esta energía cobra vida y me eleva hacia el firmamento, donde me siento en unidad y totalmente conciliada con el equilibro y la sabiduría que rige el Universo.
La belleza y la profundidad inherente a cada estrella y a sus constelaciones, me traslada a un estado de alegría y de éxtasis en el que me siento poseedora de secretos que sólo pueden ser explicados a través del poder de la magia, de la espiritualidad y de la imaginación activa. Ese Loco sigue conmigo y me cuenta que podemos trasladarnos hacia donde nuestros sueños nos guíen, siempre y cuando la luz del corazón y de la esperanza prenda en nuestras ideas, poderosas y fuertes, cuando somos capaces de imprimir en ellas el poder de nuestra fe y de nuestros pensamientos claros y elevados. Son esas expectativas y firmes creencias las que tienen la llave de cualquier sueño...