Provengo de un reino azul donde el mar se zambulle en el cielo y los veleros surcan las olas cuya estela de espuma nos guía en un camino de deseos y de estrellas.
Los árboles susurran murmullos de besos arropados de dicha y de ternura, mientras los pájaros se posan en el amor de los corazones, resueltos a engalanar el mundo de nuestras emociones, a la vera de pensamientos nobles que se deslizan en el manantial de nuestra alma, rumbo hacia la profundidad de nuestros más sinceros sentimientos, corriendo en dirección a lo mejor de nosotros mismos.
Mi reino rebosa de belleza y de perfección interior pues se arropa bajo lo divino y lo sublime del Universo, desde esa percepción que sólo puede apreciarse con la intuición, el vínculo y el valor que concedemos a la esencia de las cosas, ese aspecto que nos lleva a sentir la autenticidad de todo lo que nos rodea y que vivimos como el mejor de los regalos desde una actitud de compromiso y de respeto por la magia, la luz y la integridad de nuestro entorno, tan ligero que las nubes se descuelgan para reposar en el valle de nuestras ilusiones y arremolinarse en la imaginación de nuestros mejores sueños.