sábado, 18 de octubre de 2014

Cerca de las hadas

El sol me da un beso tibio en el alma. Me siento florecer.

 

El sonido del río me conecta con la energía del lugar y me da la bienvenida. Junto a ese río he cambiado tanto en estos últimos años... pero un hada en la Tierra viene a desenpolvarse de malos hábitos, a despojarse de lo que nos esclaviza para recordar la grandeza de lo humano y la magia de lo hadado. Y es así como las hadas humanas en la paz del corazón enlazan ambos mundos: el reino humano y el reino de las hadas.

En este río me sigo reencontrando con mis guías alados -con los elfos y con las hadas-, con mis animales de poder, con la pureza de estas aguas cristalinas en las que se transparentan los mensajes del alma. Tan solo hay que mirarlas despierta sin dejarse despistar por el ego. Desde que mi alma gemela me llevó a este hogar sentí algo muy familiar, algo que me atrae aquí una y otra vez y que me conecta con mis ancestros. La elevación y la tranquilidad de este valle favorecen el lenguaje con los más profundo de mí, con lo que yo realmente soy. Es como si aquí me encontrara con mi verdadero rostro.

 

La temperatura templada, la soledad y la intimidad que aquí disfruto me parece un regalo de mis guías, para clarificar mis ideas y fluir en el silencio. 

El sol me acaricia, mientras la brisa se arremolina en mis cabellos para hacerme notar su presencia invisible.   
     
El murmullo del río nunca cesa. El río nunca se calla pues hay cosas que no deben ser calladas, se debe tener la fuerza y la valentía de revelarlas para cambiar el mundo y cambiarnos a nosotros. 

Una mosca se ha posado en mi cuaderno de notas pero aquí y ahora me siento tan serena que podría estar con todo sin sentirme perturbada.  


Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustración inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustración: Pastel y lápices de colores