Tras las montañas se extiende un valle inmenso donde se respira paz y pureza destiladas en cada rayo de luz. Se asoma el sol esta mañana un tanto perezoso, como si no deseara despertar tan pronto esta mañana.
Pero el sol no puede permitirse el lujo de quedarse dormido y debe despuntar al alba para seguir iluminando el planeta en cada nuevo día.
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Te asomas a la ventana y el mundo te ofrece su mejor faceta en esta mañana agradable con un clima a tu medida. La brisa se pasea en la pradera y como un soplo de aire fresco llama a la puerta de tu alma para regrandecerse con ella. Te sientes entonces especialmente ligera.
Estiras tu cuerpo y, como si pudieras volar, te alzas de puntillas con la esperanza de vislumbrar qué hay más allá del cielo. Te sigues sintiendo chiquilla a pesar de los años y a veces te sigues formulando las mismas preguntas de tu infancia. Algo invisible te acompaña, te protege y se queda contigo. Se trata del espíritu del valle, uno de los guardianes de la madre naturaleza, ésa a la que amas desde niña.
Tus animalitos te saludan desde afuera y sales a acariciarlos con ternura y a comunicarte con ellos. El ganado pasta tranquilamente junto a tu casa y te transmite esa sensación de calma y arraigo que emana de los animales, la misma sensación de paz que llevas imprimida en tu alma. Lograrlo te ancla en el ahora y te rinde al presente.
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Te refrescas la cara en el riachuelo y saludas a las minúsculas hadas que se ocultan tras las rocas, adoptando una actitud entre tímida y arisca. Pero tú sintonizas con tu corazón y ellas consiguen captar las ondas de hada que desprendes en cada respiración, lo que las tranquiliza y les devuelve la confianza para moverse en libertad en tu presencia. Les sonríes y prosigues con tu rutina de lavado, como una más entre ellas. A todas os gusta acicalaros y resaltar vuestra belleza con flores frescas que os embellecen el rostro.
En el río te invade la nostalgia pues en tus carnes aquí nunca hallaste tus alas pero eso te hizo adoptar otras estrategias de vuelo en La Tierra.
Regresas a casa, te alimentas con frutos frescos, cereales y legumbres y te sumerges en la creatividad de tus cuentos de hadas, en tus castillos de duendes y princesas, rodeados de mares de sirenas, bañados por las inspiradoras palabras de los ángeles custodios.
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustraciones: Acuarela
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual