Mi hada:
Cierro los ojos, respiro profundo en meditación y percibo que en mi interior no hay nada que yo pueda
definir: ligereza, paz, imparcialidad són sólo conceptos que ni tan
sólo rozan esa nadeidad, vacía de preocupaciones y de palabras. Sigo
ahí,
permaneciendo en eso donde no hay nada que mi mente conozca, vacía de
ella, libre del apego al mundo. No tengo donde sostenerme pero ese
sostén es una necesidad mental, así que la descarto y simplemente
permanezco como un testigo impasible de mi mente, que
deja en paz y no se inmiscuye en lo observado... lo que observo va
pasando de largo, hasta que se esfuma, desaparece. Incluso, tú, hada,
pasas de largo, te desvaneces, como mis pensamientos mundanos.
¿Sin el
mundo, habría pensamientos? Me centro en ese testigo
sin forma, que simplemente presencia, atestigua; pero sin cuerpo, ¿qué
clase de presenciador es ese? Y además ¿por qué presenciar la falsedad del mundo,
los fenómenos ilusorios y no quedarse desde el principio en el origen,
en la verdad de lo que uno es?
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel