domingo, 16 de diciembre de 2018

La tranquilidad del lago

Estoy en el lago. Fascinada ante tanta belleza, no me salen las palabras: la naturaleza está desprovista de ellas. Más bien las expresa, incluso llega más allá de ellas. Aquí se respira algo que todo lo trasciende...


El musgo decora el suelo humedecido del bosque. Esta mañana el sol se asoma a intérvalos pero el lago sigue desprendiendo siempre una luz y una quietud propias. En la superficie se reflejan los árboles con hojas de colores variopintos propios del otoño: rojo, amarillo, ocre, verde... Este espectáculo de colorido y belleza capta mi atención. Por eso el otoño es mi estación favorita. Me encanta estar en el bosque en esta época del año. Además, está lleno de setas. ¿Habrá algún gnomo que se esconda tras ellas? Aquí disfruto de calma e intimidad. Este aspecto le confiere un encanto especial a la atmósfera del lugar ya que me permite estar en soledad y tener un contacto directo con el ser, el amor entendido como fuerza que lo hace crecer todo, incluido este hermoso paisaje natural. Conmigo ha venido mi perrita, que está husmeando y corriendo de aquí para allá. Se detiene y regresa junto a mí. La noto tranquila. Resulta evidente que aquí es feliz.


He encontrado un panal de abejas, no en estado salvaje sino una colmena que habrá colocado algún apicultor. Cada una de estas "casas para las abejas" resulta una bendición por la labor tan íntimamente conectada con la vida en el planeta que llevan a cabo estos laboriosos insectos gracias a la polinización.  Las abejas, que fabrican la miel, con una precisión asombrosa, construyen celdas hexagonales que encajan a la perfección unas con otras. Su instinto las impulsa a ser maestras de la geometría.


Escucho el graznido de los patos, que nadan en la orilla del lago. Mi perrita corre hacia ellos... pero los asusta y se van volando.
 

El vuelo invisible de las hadas y la inocencia de los gnomos surgen del sosiego del bosque. Todo es tan sereno y mágico aquí... Un hada danzarina baila al compás del silencio y emana destellos de caramelo y felicidad... Lo percibo como algo dulce y agradable.

Noto un vacío que reside en todo... un remanso de paz que descansa en el momento. Me disuelvo en él. Una pausa se abre. Todo es. El ahora hace acto de presencia y tomo consciencia de ello. Lástima que no pueda investigar en esta dimensión o vacio: me resulta inescrutable. En cuanto lo intento, entra mi mente y gradualmente voy perdiendo contacto con este "todo elevado, que nada excluye pero que nada le afecta" y voy percibiendo en mi mente una especie de descenso a la realidad conceptual.

Mi perrita ladra. Se ha enfadado porque los patos se han escapado hacia el cielo. El eco de sus ladridos resuena en las montañas. ¿De dónde emana ese eco? Siento que de algo muy profundo, que la mente no puede examinar, pero que también está dentro de mí. Me quedo con eso. Estalla la energía del instante.


Una rana se zambulle en el agua... Todo fluye, todo es. La quietud del lago me invita a adentrarme en el silencio.

Licencia de Creative CommonsAutora texto e imágenes: M. J. Verdú
Técnica ilustraciones: Pastel y lápices acuarelables.