Los elfos somos
criaturas amantes de las tranquilidad, la naturaleza y todo lo que ofrece la Madre Tierra en su
estado puro y salvaje. Por eso, estamos comprometidos
con ella desde nuestro nacimiento y seríamos capaces de hacer todo lo necesario
para su preservación como buenos guerreros que somos.
Somos ágiles,
escurridizos y reservados. No gustamos de estar cerca
de los humanos a nos ser que tengan un corazón extraordinariamente noble,
sensible y altruista o bien que en anteriores encaranaciones hubieran encarnado
en los de nuestra especie.
Vibramos en el
mismo nivel energético que el reino de las hadas y han llegado a nacer hermosas
criaturas cruzadas de ambas especies. Son seres
élficos y hadados que cruzan el umbral con un propósito especial no siempre
fácil.
Desde nuestro
reino élfico presenciamos y vivimos todo lo que sucede con la Madre Tierra y a
veces nos sentimos tristes por el dolor inflingido al planeta y a sus reinos
animal y vegetal.
Como la brisa que
te habla con su susurro al atravesar las ramas de los pinos, nosotros nos
acercamos a ti desde niña pues te recordamos como una de los nuestros. Sabemos
que los humanos no siempre te han tratado bien, pero al ir cada vez ocupando tu
lugar, mientras van encajando todas las piezas, sólo los que somos como tú
fluiremos contigo y seguiremos un sueño alado y mágico en el que todos
estaremos despiertos.
Deja de preocuparte
por cosas que no van a suceder y siéntete libre, liviana y elevada como la hada
que fuiste emparentada con los elfos.
Como el olor profundo y fresco de este valle te embriaga los sentidos, nuestra
magia llegará a ti en forma de silencio y seguridad.
Los elfos nos dejan este relato desde su hogar en el bosque:
"Me encanta escuchar la lluvia. Es uno de los sonidos más
relajantes y sagrados que conozco. Es como si las voces susurrantes de mis antepasados
se desprendieran de cada gota. Cada gota impacta en el suelo y deja su frescura
y sus nutrientes a la tierra.
La lluvia contemplada desde el calor del hogar, me adormece y me
aletarga los sentidos. Esta caída libre del agua que proviene del cielo siempre
trae bendiciones y transformación.
La lluvia es como una madre celestial que trae alimento a su hija
Tierra.
Los chasquidos de las gotas de lluvia que impactan en la cristalera de
casa, me despiertan de mi estado de ensoñación y me recuerdan que sigo aquí. Desde
el presente, el instante se deja caer mansamente, como la lluvia, y nos
trae nuevas experiencias momento tras momento. La vida es una constante
lluvia de acontecimientos que nos convierten en lo que hemos venido a ser.
Viendo llover me da la impresión de que la lluvia limpia mis
preocupaciones, sintiéndome entonces más ligera y anclada en el ahora.
La gotas de lluvia reposan en la vegetación del bosque como un rocío
matinal adicional que reciben las plantas y que embellece su aspecto.
Las hadas se esconden tras la cortina de lluvia, mientras los duendes
juegan a perseguir las gotas.
Los elfos
presenciamos el instante y sentimos el regocijo de la Madre Tierra. En
silencio, contemplamos el curso de la existencia, presagiando los ritmos del
planeta y velamos por él. La
Madre Tierra es nuestra divinidad y respetamos sus ciclos.
La lluvia regenera
la tierra y hace estallar el colorido y la belleza de las flores y árboles.
El bosque reluce
tras la lluvia y reaparece más callado que nunca.
Me perdería en este
bosque bendito de luz cuyo verdor es obra de la Madre Tierra.
La acción incesante
de la lluvia ha desdibujado los senderos y los convierte en regueros que
formarán charcas donde amanecerá nueva vida acuática. El caudal de ríos,
pantanos y lagos restablece su equilibrio y una nueva luz lo sigue bañando
todo."
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel