domingo, 24 de marzo de 2019

Conectando con mi interior en la naturaleza

La brisa suave del bosque me acaricia el alma. La presencia invisible de gnomos y hadas me reconforta y me hace sentir mejor. La luz de la tarde baña el lago, baila en su superficie, recordándome que no hay nada quieto en la Tierra, todo cambia, se transforma y pasa, como un sueño que se desvanece, se va. 

La tranquilidad reposa en todo lo que veo y la siento en lo más profundo de mí: soy eso. 

Constato que hay algo sin forma que observa, simplemente, observa y nada más. Proviene de un estado de paz y felicidad sin límites.

En este lugar mágico sólo existe el momento: un escenario donde todo acontece sin ser afectado por todo lo que ocurre. 

Aquí todo es claro, prístino, luminoso como un portal que se abre ante mí, invitándome a una nueva vida: fresca y auténtica, renaciendo ahora. No lamento dejar nada atrás, todo simplemente sucede, todo surge, todo fluye. Todo es nuevo y yo ya no interfiero con los pensamientos, como la luz del sol que simplemente ilumina sin resultar afectada por nada a lo que ella llega. ¿Vivirán en este estado los ángeles y las hadas? ¿Sin juicios, sin dolor?

El bosque me conecta con el estado de serenidad. Desde este lugar me resulta sencillo mirarme a mí misma, ir hacia dentro, sentir mi interior. Primero, calma, luego, vacío: los pensamientos se disuelven, se esfuman. No queda nada que yo conozca. Detengo mi mente ahí y me doy cuenta de que estoy en un espacio sin espacio.Permanezco ahí, sin luchar, como si fuera un estado espontáneo.
Autora texto e imágenes: M. J. Verdú
Técnica imágenes: pastel