domingo, 7 de julio de 2019

Las libélulas del río

Siento a las hadas y a los gnomos acurrucados en mi alma.

Me abren la puerta a mi propósito, tan sublime que va más allá de la magia y de la fantasía, algo a lo que sólo tengo accesso desde aquí y hacia lo que camino tan lentamente que a veces parece disiparse en el horizonte pues no es tangible.

Aquí en el río las libélulas se hacen presentes para recordarme que es posible ese cambio de stado si lo llevo a cabo con determinación y paciencia. ¿Forman parte de la fantasía estas libélulas o de la realidad?

La brisa me refresca en esta calurosa tarde de verano. Todo está en calma.

El agua cristalina limpia mis emociones, me aporta equilibrio.

Las flores embellecen este valle. Mariposas abejas se posan en las flores. Aportan vida a este lugar tan especial para mí.


Las especies animales constituyen los verdaderos pobladores de las montañas y los bosques. Les envío bendiciones.


Me resulta mágico y agradable pasar el día de hoy en la naturaleza. Sé que las hadas andan cerca pero no se dejan ver. Sin embargo, no me importa pues de algún modo u otro están conmigo. Las siento en el aire fresco que mece los tallos de hierba, en los colores de las flores y en el fluir del agua.
 

Algo me atrae a este paraje natural una y otra vez. Irradia una atmósfera luminosa, vibrante, acogedora. Existe algo familiar en este lugar mágico, que no puedo descifrar, pero no tiene la menor importancia pues aquí no vengo a pensar con la mente sinó a sentir con el corazón.

Hay algo que me abraza sin tocarme como si fuera un ángel de la guarda y que hace que me sienta protegida y bienvenida.


El canto de los grillos y el croar de las ranas anuncia la noche... Es hora de partir.
    
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Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel

jueves, 4 de julio de 2019

El hada y el testigo

Mi hada:

Cierro los ojos, respiro profundo en meditación y percibo que en mi interior no hay nada que yo pueda definir: ligereza, paz, imparcialidad són sólo conceptos que ni tan sólo rozan esa nadeidad, vacía de preocupaciones y de palabras. Sigo ahí, permaneciendo en eso donde no hay nada que mi mente conozca, vacía de ella, libre del apego al mundo. No tengo donde sostenerme pero ese sostén es una necesidad mental, así que la descarto y simplemente permanezco como un testigo impasible de mi mente, que deja en paz y no se inmiscuye en lo observado... lo que observo va pasando de largo, hasta que se esfuma, desaparece. Incluso, tú, hada, pasas de largo, te desvaneces, como mis pensamientos mundanos. 

 

¿Sin el mundo, habría pensamientos? Me centro en ese testigo sin forma, que simplemente presencia, atestigua; pero sin cuerpo, ¿qué clase de presenciador es ese? Y además ¿por qué presenciar la falsedad del mundo, los fenómenos ilusorios y no quedarse desde el principio en el origen, en la verdad de lo que uno es? 
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Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel