miércoles, 22 de enero de 2020

Los secretos de las hadas

Las hadas me cuentan sus secretos y me abrazan con su energia danzarina, radiante, vibrante. Esta energia me hace cosquillas en el alma. Mi corazón sonríe. Este es un momento mágico que disfruto sorbo a sorbo como si el vaso de agua nunca fuera a acabarse. 


Una atmósfera fresca, qua anuncia lo nuevo, impregna el ambiente como una llovizna maturina que me refresca y me reconforta. Doy las gracias por sentir la presencia de las hadas. La había echado tanto de menos...


Siento ahora el gozo de ser en mi interior el cual no puede ser expresado en palabras. La palabra paz puede señalarlo pero no lo abarca en su totalidad pues esta felicidad es infinita. Habito en ella. 

Hadas, duendes, elfos y gnomos me han guiado desde niña y me han enseñado a abrirme a las sorpresas, a jugar con lo espontáneo, lo inesperado. Lo imprevisto puede llegar a resultar el mejor plan.
 

Hacía tiempo que no sentía tanta calma interior.. Es la misma tanquilidad que siento cuando permanezco ante un lago apacible y profundo, tanto, que incluso hasta el silencio desparece en el fondo... todo desaparece ahí, entonces, ¿qué queda?    

Hay una estela de luz hadada que parece que no guía a ninguna parte visible y me doy cuenta de que me invita a mirar dentro de mí. Tras un tiempo de observación, descubro que los pensamientos van desapareciendo y que ahí no tengo rostro, no existe un “yo” real a quien mirar. Nada conocido permanece en ese espacio. Todo se disuelve. Vacío. Nada. ¿Dónde estoy? ¿Quién soy realmente?      

Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustraciones: Acuarela, pastel.
Licencia de Creative Commons 

miércoles, 15 de enero de 2020

Recuerdos de infancia con las hadas

De niña vivía en las montañas con mis abuelos. Mi abuela me contaba cuentos de hadas. También me explicaba que las hadas eran seres casi siempre invisibles a la mirada humana, guardianes de la naturaleza, junto a elfos, duendes y gnomos. 

Mi abuelo conocía el lenguaje de los animales. A él se lo había transmitido un elfo con quien tuvo contacto largo tiempo. Por tanto, mi infancia transcurrió en la naturaleza junto a los animales salvajes del bosque y también con las mascotas de la gran casa donde habitábamos. 



La magia, la luz y la impresionante belleza del valle donde pasé mis primeros años de vida se colaba incluso en mis sueños. Algo muy especial e íntimo me mantenia ligada a la naturaleza. En ella era yo misma, experimentaba una paz más allá de las palabras y sentía la presencia sutil de las hadas. Cuando la luz atravesaba las ramas de los árboles, en algunas ocasiones las ví salir de los haces luminosos y volar y moverse más rápido que cualquier insecto o ave que hubiera contemplado. El sonido del aleteo era tan evidente, fugaz y veloz que resultaba imposible que viniera de un insecto pues si así fuera, debería de tener unas alas bastante grandes para poder emitir un sonido tan vibrante. Pero, de pequeña, ese peculiar sonido me resultaba algo natural. Sin embargo, no lo volví a escuchar, hasta la edad adulta, cuando me encontraba escribiendo sobre ellas en mi portátil. Recuerdo que había superado sobradamente la adolescencia y estaba pasando por una fase feliz en mi vida, tanto, que hoy día todavía siento nostalgia de ella. Sin embargo, las hadas siguen haciendo de las suyas en mi existencia. Le transfieren una atmósfera de juego, de espontaneidad y de ligereza tales que hace que las preocupaciones se disipen.

Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustración: Pastel
Licencia de Creative Commons 

domingo, 12 de enero de 2020

La paz de las hadas

Las hadas me susurran sueños de infancia
desde su mundo azucarado de caramelo, bombones y fantasía,
tras los bosques desconocidos,
aquellos donde el olor a jazmín te impregna el alma
y donde eres la dulce presa de los buenos recuerdos.

De niña las sentía como amigas de juegos
en lugares de ensueño
donde las risas y la espontaneidad
tomaban las riendas de cada feliz momento compartido.


El mando denso de la niebla
se deja caer hoy en el valle.
Todo parece misterioso y embrujado
como si la magia se hubiera esfumado.

El canto de los pájaros me acerca
a lo que me dicta el corazón,
a la libertad del ser.

El silencio de las primeras horas de la mañana
me conecta con lo que realmente soy.
En ese espacio de paz no encuentro palabras.

Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustración: Pastel 
Licencia de Creative Commons

lunes, 6 de enero de 2020

El regalo de las hadas

La felicidad me abraza hoy
mientas las hadas
sonríen con ojos brillantes.

Respiro la misma paz
que late en mi interior.

Siento como la magia
de hadas, duendes, elfos y gnomos
me bendice hoy. Ese es el mejor regalo.
Lo agradezco y lo celebro.


La vida constituye un baile
que hay que bailar al ritmo del corazón.
Es el elma la que va marcando el compás
y, si lo seguimos,
aprenderemos a conocernos
a nosotros mismos.
Veremos nuestra cara más auténtica.

Hay que atreverse a vivir
con compromiso hacia uno mismo.

El vuelo rasurante de las hadas
me acaricia el rostro
y me recuerda
que debo seguir mi propia luz.

Autora texto e imagen: María Jesús Verdú Sacases
Técnica imagen: Pastel
Licencia de Creative Commons

domingo, 5 de enero de 2020

La luz de las hadas

Las hadas me vibran en el corazón,
su magia, su luz
me invaden.

Escucho el canto de los pájaros al atardecer.
Este hermoso sonido debería de ser sagrado.
Suena como una canción divina.
El tiempo se detiene.


La vida se abre paso
sin palabras, sin juicios.
Existencia pura.

Me entrego a lo esencial.
Me siento en paz,
en armonía con la naturaleza.

El cielo se embellece
con los colores del atardecer.
El día se vay la noche reclama su lugar.






Me duermo
y sigo jugando con las hadas
en mis sueños.


Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustraciones: Pastel
Licencia de Creative Commons

















jueves, 2 de enero de 2020

Gracias, hadas

Las hadas tejen en mis sueños
hilos de magia
que llenan mi vida
de risas y sorpresas.




 Ellas vuelan,
jugando a mi alrededor,
y me dan la llave
para abrir la puerta
de la libertad.

Desde entonces, la espontaneidad y el juego
transforman mis días.

Me quedo en silencio,
agradeciéndoles este nuevo comienzo.

Texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustraciones: Pastel
Licencia de Creative Commons

miércoles, 1 de enero de 2020

Las hadas en Año Nuevo

Las hadas me invitan a tomarme la vida como una broma del destino,
como un juego que no hay que tomarse en serio,
como un espectáculo donde sólo cuenta
la magia del corazón, la conciencia, el alma.


Me abro a los espontáneo, a lo inesperado
con la confianza de una chiquilla sin preocupaciones.

Siento esa ligereza que me enfoca en el presente
no condicionado por el pasado ni por el futuro.
Todo es libre, puro. Todo fluye.

Algo sutil irradia en el espacio.
Me imbuye confianza
y me aporta paz.

La alegría de las hadas me embarga
como un  chasquido de vida
que me despierta.

Sonrío.

Autora texto e ilustración: María Jesús Verdú Sacases
Técnica ilustración: Pastel
Licencia de Creative Commons