Revoloteas en mi corazón, entorno a mis emociones, bañadas de tu luz de ilusión, mientras permaneces espectadora de mis pensamientos inquietos.
Me muestras mi alma y me reflejo en su espejo donde me veo en plenitud.
Desde el silencio contemplo mi espectáculo interior, cuando tus alas se despliegan y una sensación placentera nutre cada latido y abro los ojos y te siento presente...
Los ángeles me arropan y filtran su luz en mis emociones y las siento ligeras, completamente en paz.
Los ángeles acarician mis pensamientos con tanto amor, que mi alma tiembla de emoción.
Los ángeles extienden sus alas en un movimiento de equilibrio y de seguridad, que se deposita suavemente en cada experiencia del día cuyas puertas permanecen abiertas para siempre a los seres de luz.
Me riegas con tus besos y me bañas con tu amor y tu ternura en un manantial donde fluimos serenamente.
Caminamos en un sendero de ilusión donde las nubes se han postrado en el suelo y lo han reblandecido.
Así que nos tumbamos en ellas y nos perdemos en ese olor a cielo...
Nos vemos soñando en dirección a las estrellas y seguimos el movimiento cíclico de la vida, transformándonos y cambiando en la evolución de nuestros días juntos, siempre a tu lado, pronunciando tu nombre.
Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual
Del corazón de una estrella nació una musa que se posó en los pensamientos de un aprendiz de hada. El aprendiz de hada había deseado por encima de todo llegar a ser una verdadera hada. Sin embargo, empezaba a dudar... Su magia todavía no producía efectos ya que le faltaba alcanzar la paz de espíritu producto de la seguridad y de la confianza en uno mismo.
Así que la musa le susurraba que aprendiera a sentirse en unidad y a conciliarse consigo misma y, por supuesto, a no tener miedo a algo tan sencillo como ser ella misma. A veces es mejor escuchar al propio silencio interior que al ruido que hacen las habladurías de los demás.
-Si te escuchas a ti misma, encontrarás la fuerza para creer en ti –le dijo la musa.
Desde hacía algún tiempo los comentarios despectivos hacia el potencial del hada por parte de algunos brujos y hechiceros, le habían hecho desistir de sus objetivos, desalentándola de sus intenciones…
Pero la revelación de su musa le hizo reaccionar, así que voló hacia arriba, con tanta energía que llegó al sol y desde la calidez de sus rayos, la musa le susurró al oído:
-Estás preparada para afrontar tu propósito y llevarlo a cabo con coraje-.
En ese momento, el sol le mostró su amor incondicional y la llevó hasta la estrella de la cual nació la musa:
-Yo nací aquí-le confesó-. Y tú también, aunque no lo sepas-, le confesó la musa-. Así que entra en tu estrella y aprende a verte tal como eras en tus orígenes, antes de que las energías negativas de otros te bloquearan. Penetra en tu autenticidad y muestra al mundo tu potencial para ayudar a los demás.
El hada se adentró en su estrella. La percibió como si, en realidad, se adentrara en sí misma, y se reflejó en el espejo de luz de su estrella. Vio a un ser tan hermoso -era su ser interior-, que se preguntó cómo había podido ocultar durante tanto tiempo su belleza interna…
Así que el hada dejó de convertirse en un aprendiz para convertirse en una verdadera hada, que junto a su estrella y la inspiración de su musa, desarrollaron rituales mágicos que conmovieron al mundo y al universo…
Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual
Érase una vez un artesano que trabajaba de sol a sol para poder mantener a su familia. Apenas dejaba su mesa de trabajo movido por el sincero interés que imprimía en su tarea y por el amor que sentía hacia los suyos, quienes vivían de su escaso salario. Tampoco disponía de mucho tiempo para dedicarse a sí mismo y para poder compartirlo con los suyos y ni mucho menos podía permitirse el lujo de poder sentir la brisa de la mañana deslizándose en su rostro, pues siempre estaba encerrado en su taller artesanal.
Sin embargo, en lugar de lamentarse por su situación, él bendecía cada minuto que podía emocionarse con cada una de las bellas piezas que esculpía y que después vendía para poder mantener a los suyos. Adoraba a sus hijos y a su encantadora esposa, que siempre le servía un plato caliente en cada comida y le dedicaba la mejor de sus sonrisas. Nunca le reprochaba nada y sus hijos tampoco. Y aunque eran pocas las horas que podía brindarles, él se sentía agradecido por cada instante que la vida le regalaba junto a ellos pues el calor familiar le aportaba una confianza y seguridad únicas.
-En verdad, mi mejor obra es la familia que he creado – se repetía cada día el artesano.
Durante su agotadora jornada, miraba por la diminuta ventana cuando salía el sol al amanecer y cuando se ponía. -¿Cómo será sentir sus rayos al aire libre, en libertad? - se preguntaba y seguía trabajando y trabajando…
Un día una chiquilla pobre de aspecto desaliñado llamó a la puerta de la humilde casita donde vivía la familia y el artesano le abrió la puerta. -¿Podría darme unas monedas? – preguntó al artesano. -No - le respondió –. Apenas tenemos para subsistir, pero quédate a comer. -Por supuesto – asintió complacida su esposa. Así que la chiquilla entró… y cual fue la sorpresa de la familia cuando descubrió su hermoso rostro, bañado de luz. ¡Era el rostro de un hada!
-Soy esa luz que miras de sol a sol, la luz de tus sueños y de tu fuerza de voluntad, la luz de la ilusión que imprimes en cada momento. Esa luz de humildad y de agradecimiento que ves al salir y al ponerse el sol y que hace que en lugar de quejarte, aprendas a reconocer lo sublime de cada momento: algo que escapa a los demás... -Soñé contigo la otra noche… musitó el artesano. -Sí –le dijo el hada-, era mi aviso y he venido a buscarte a tu familia y a ti para llevaros al Bosque Encantado, aquél en el que el sustento que necesitan los tuyos aparece de forma natural cada día, como la brisa de la mañana y la luz del sol, que tanto deseas sentir… Esa brisa y esa luz de tus sueños, aquellos que tú tan sabiamente y pacientemente sabes crear y compartir con humildad y bondad: esta es mi magia para ti.