sábado, 9 de febrero de 2013

La lombriz de buen corazón y la semilla tozuda


Érase una vez una lombriz que en sus rutas subterráneas siempre se cruzaba con una semilla. La lombriz se extrañaba ya que no comprendía cómo tardaba tanto en desarrollarse, pues cada vez que pasaba por ahí, allí estaba ella, inmóvil y sin ningún signo de crecimiento externo. Pero un día, le picó tanto la curiosidad que no dudó en preguntarle:


-Semillita, ¿por qué nunca creces y te transformas en planta?


-Tengo miedo de cambiar –le respondió ella-. No sé lo que habrá en el exterior. ¿Y si alguien me pisa?, ¿y si no llueve lo suficiente?, ¿y si algún animal herbívoro me devora?. Aquí dentro estoy calentita y a salvo. Me siento muy a gusto en mi refugio. Estoy viviendo un sueño... dormidita y tranquilita.


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-No es un sueño lo que estás viviendo –le respondió la lombriz-. Es como si hubieras elegido inconscientemente vivir muerta en vida. Los sueños verdaderos están llenos de vida, de entusiasmo y de experiencias y, en ellas, siempre hay un componente de lucha, de motivación y de enriquecimiento personal, cuando hemos aprendido de los errores y seguimos adelante hacia la opción que consideramos correcta. ¿Qué crees que te aportará vivir de espaldas al mundo?. Por el hecho de sentirte protegida a toda costa, te pierdes lo mejor: las vivencias y la sabiduría que adquirirías, si escogieras ser dueña de tus actos, tomar tus decisiones y dejarte llevar por ellas con responsabilidad y con todas las consecuencias.¡No te escondas más! ¡Sal y disfruta del sol, de las estrellas, de la brisa y de la lluvia!.¡Equivócate!, si es eso lo que temes. Aprende a enfrentarte a tus miedos y comprobarás que no es tan duro como crees.     
     

-¡Qúe rollo filosófico!- exclamó la semillita- Me estás invitando a crecer interiormente y exteriormente.


-Por supuesto- le dijo la lombriz.


-No sé, vivir escondida del mundo tiene sus ventajas. Por ejemplo, desconozco problemas.


-¡No seas así! –protestó la lombriz-. Los problemas son obstáculos que, una vez superados, nos permiten madurar y nos hacen más fuertes. Dejarnos invadir por las dudas es otorgarle poder al miedo que nos domina. 


-Pero aquí debajo estoy segura y sé que nunca me sucederá nada malo.


-Ni bueno... –le dijo la lombriz-. Esa es la emoción de la vida. ¡Ábrete a ella!.¿A qué estás esperando?. No desperdicies ni un segundo más y sal al exterior. ¡Explota tus posibilidades!


-¡Márchate y no me compliques la existencia! –le increpó la semilla-. Mi vida es fácil y agradable.


-Agradable hasta que te pudras... –le dijo la lombriz-¿Crees que siempre podrás controlar que todo siga igual en tu mundo?


-¡Púdrete tú, lombriz loca y márchate de aquí!


-Tú lo has querido, abandonaré tu santuario, si éste es tu deseo, y seguiré mi camino.


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Y la lombriz se marchó. Cuando llegó al final del túnel que había excavado, vio la luz del sol. Le molestó, pero a pesar de ello, ella sabía que el sol era necesario para el planeta y agradeció ese momento cegador. Sin embargo, el peligro acechaba. Un pajarillo invadió su terreno y pretendía comérsela. La lombriz luchó valientemente por su vida y, cuando el pájaro iba a darle un picotazo, le rogó:


-Por favor, no me devores aún, todavía me queda algo importante que hacer. Concédeme una última gracia, si lo haces, después podrás comerme.


-¡No estoy para tonterías! –amenazó el pájaro-. Tengo mucha hambre. Llevo tres días sin comer.
 

-Te prometo que cumpliré mi palabra –le dijo la lombriz.


-No sé si fiarme pero está bien. ¿Qué es lo que debes hacer?


-Convencer a una semilla tozuda que se ha empeñado en no crecer. Te juro que cuando lo haya hecho, regresaré aquí.

-Has tenido suerte, al menos a mí me has convencido ya –le dijo el ave-. Te aguardaré aquí.

-Trato hecho –le dijo nuestra amiga lombriz.


Así que el valiente insecto se introdujo de nuevo en su medio natural: el subsuelo para ir en busca de nuestra semilla obstinada.


-Hola. Aquí estoy de nuevo –le dijo la lombriz a la semilla.


-¡Qué pesadita eres! –le respondió insolentemente-, aunque, en el fondo, te echaba de menos. Eres el único animal que se ha parado a hablar conmigo dos veces para prestarme toda su atención.


-La verdad es que procuro estar atenta y concentrarme plenamente en mis objetivos –manifestó la lombriz-. He venido a convencerte de que salgas afuera y te rindas al cambio.     

-¿De verdad has vuelto para convencerme? –preguntó ilusionada la semillita.


-Sí, aun a costa de mi propia vida. En el exterior me está esperando un pájaro para comerme, cuando te haya convencido.


-¿Y serás tan tonta de volver a salir?


-Le he dado mi palabra. En esta vida, hay que comprometerse con uno mismo y con los demás y ser sincero- le respondió la sabia lombriz. 


-Por tanto, cuando me hayas convencido, morirás.


-Seguramente sí –afirmó la lombriz. 


-Tienes un gran coraje.

-Gracias –le dijo la lombriz-. Yo no tengo miedo, sólo vivo el presente y en este preciso momento mi misión es animarte a que sigas tu proceso evolutivo y decidas crecer para experimentarlo.


-Tu valentía provoca que haya desaparecido el miedo que me carcomía porque te has convertido en un claro ejemplo para mí –le dijo la semilla.


-Eso me satisface –le dijo la lombriz-. Así pues, supongo que éstas son mis últimas palabras.

-¿Tan convencida estás de que hay que disfrutar de cada segundo que, aun sabiendo que ahí fuera van a comerte, sigues adelante con tu proceso de cambio en lugar de huir y esconderte aquí dentro? –le preguntó la semilla, que ya había empezado a echar raíces y en unos días se convertiría en una hermosa flor.



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-¿Y convertirme en una cobarde?¿ Y negar mis ideales de valor y compromiso?. ¡Hasta siempre!.¡He cumplido mi sueño de verte empezar a crecer!
  

Y partió hacia el exterior, donde la esperaba el pajarillo.


-No has tardado tanto como me imaginaba –le dijo el pájaro.


-Aquí me tienes, tal y como quedamos –le respondió la lombriz.


-Has tenido suerte- le dijo el ave.


-¿De qué?, ¿de esperar a que me mates? –preguntó el insecto.


-No, mientras estabas fuera me he comido dos moscas. Así que ya no tengo hambre y puedes seguir viviendo...


-Eso demuestra que nunca se sabe... –pensó la lombriz y se marchó más feliz que nunca con su nueva amiga a brindarle esta valiosa lección.



   

Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Acuarela 
Texto extraído de mi libro Cuentos de hadas para niños y adultos de Bubok Editorial 
http://www.mjesusverdu.com/castella/cuentos.htm