miércoles, 28 de noviembre de 2012

Las hadas y el origen del amor


Cuando no pensamos racionalmente y dejamos atrás el parloteo del pensamiento y, por tanto, conseguimos detener la mente, por ejemplo, a través de la meditación, relajación o en contacto con la naturaleza, contemplando un paisaje o escuchando el borboteo del agua o el trino de los pájaros, llegamos a un punto en que de forma natural y espontánea, de nuestro interior, brota el amor, ese amor de verdad que proviene de conectar con nuestra esencia. La esencia humana es amor pero normalmente está atrapada y condicionada por la mente, el pensamiento y el ego. Ante una puesta de sol o una manifestación de ternura puede sentirse algo especial y único que proviene del interior y que nos produce una sensación en la que todo se ensancha y de que no hay límites. Dejamos de sentirnos separados con aquello que nos provoca este estado de maravilla y nos sentimos completos porque percibimos la unidad. Las hadas nos dicen que es la misma sensación que nos produce hacer algo que nos apasiona porque nos conecta con la vida en sí misma, en la cual reside la magia y la luz pero, en realidad, se trata de nuestra propia luz interior. Entonces experimentamos una sensación profunda y una manifestación en el cuerpo, no de nuestro ego, sino de la conciencia que realmente somos la cual es amor.

Si uno no está en línea con el amor de su interior, difícilmente podré sentir amor por alguien o por los demás. Si una persona nos ayuda, esto hace que sintamos amor o agradecimiento, pero se trata del mismo amor que ya reside de forma natural en nuestro interior, en cada una de las células. Esta esencia inherente a cada uno de nosotros, la cual preside cada uno de nuestros momentos, también nos brindará emociones de amor i pensamientos sabios, inteligentes, brillantes y creativos. La intuición y la inspiración, por ejemplo, provienen de esta esencia, infinita y calma. Es, precisamente, en este instante cuando han nacido obras de grandes artistas.


Para conseguir este estado, podemos buscar un entorno que nos ayude a conectar con lo mejor de nuestro interior, esto es, con la emoción del amor.

Cuando nos enamoramos, contactamos ese amor que subyace en el interior, y, así, hacemos que aflore y se manifieste. La otra persona no nos lo provoca, pues lo provocamos nosotros al entrar en contacto con esta emoción que ya tenemos, pero, sí, esta persona despierta el amor de dentro. El amor no necesariamente ha de ser mutuo ni tampoco podemos sentir amor por otros, si no nos amamos a nosotros mismos.

¿Qué es el amor realmente? Las hadas nos cuentan que el amor a veces se confunde con el afecto.

El amor de verdad surge de la autoestima (respeto y estima hacia uno mismo y a los otros). De esta manera, cuando una persona está llena de amor por sí misma, lo comparte con otra persona, pero no se sacrifica, generándose a sí misma dolor o sufrimiento, pues no lo vive como un sacrificio o una entrega obligada, sino como un hermoso compartir en una relación, en la que ambos se respetan a sí mismos y viven su propio margen y espacio de libertad, pero que los complementa y en la que se ven a sí mismos reflejados en el otro. El amor no es codependencia ni miedo. En el amor una persona se siente en paz y en plenitud pues conoce la totalidad y la unidad y la comparte, así, los sujetos del amor se enriquecen mutuamente y se nutren porque el amor verdadero es el mejor nutriente. Si no nos sentimos vigorizados por este nutriente, no hay amor, sino dependencia la cual aparece cuando una persona da con una sensación de pérdida, inseguridad o temor.


La dependencia nace de pensamientos inmaduros y poco sabios, pero el amor aparece de una conexión con nuestro ser, sabio por sí mismo, y, por tanto, amoroso en su expresión. Sin embargo, una persona que está atrapada en la codependencia es incapaz de conectar con su magnificencia interior la cual le conferiría autonomía, y, por tanto, sólo espera recibir del otro pues la rige un estado de egocentrismo y dependencia emocional. También pudiera darle el caso inverso en el que esta persona sólo entregara y el recibir quedara en un segundo plano, como consecuencia de una baja autoestima. Así pues, estas personas no sienten el amor desde la plenitud ni desde la comprensión. Además, una persona dependiente se convencerá de que tiene que encontrar a alguien para sentirse bien, y no entenderá que eso lo podemos conseguir evolucionando por nosotros mismos.

Las hadas nos desvelan que un buen método para llegar a este punto es conveniente aprender a escuchar nuestra voz interior y no siempre las voces externas de los demás. Para ello podemos afirmar:

"Desde esta comprensión, te quiero. No te juzgo ni te critico.”  

Esta frase sanadora nace de la empatía pura, sin juzgar, pero amando. Quien tiene amor, no juzga, sino que discierne (elegir con inteligencia). 

Las hadas concluyen diciéndonos que: 

“Quien tiene amor, tiene un gran tesoro porque tiene la inteligencia emocional en su máximo grado.” 

Texto extraído de mi libro Reflexiones de Hadas y Ángeles en Bubok Editorial (descarga gratuita).