miércoles, 15 de agosto de 2012

La misión de las hadas en el planeta Tierra (3)

 
La aceptación para las hadas en el planeta Tierra es el gran reto al que se enfrentan, cuando descienden aquí para vérselas con un gran maestro que más de una lágrima y rabieta les ha costado: el sufrimiento. Al provenir de una dimensión de unidad, las hadas al llegar a la dualidad de la Tierra hacen gala de una inocencia y espontaneidad que deben aprender a mesurar pero sin perder estas cualidades que les recuerdan que los dones de la infancia deben de seguir presentes en la edad madura, adaptándolos al instante sin dejar de lado la alegría y la creatividad del espíritu hadado.


Cuando  un hada descubre que lo es, pero en carne y hueso, no puede evitar que la frustración se instale en su corazón pues el hada es entonces incapaz de sentir sus alas y mucho menos de disfrutar de la libertad que antaño fue su eterna compañera en el reino de las hadas. Hasta que ella no entienda que su alma eligió desde una posición de no juicio venir aquí para completarse y ayudar, ella vivirá su estancia en el planeta como un calvario, un cautiverio en el cual le es imposible volar y huir. Sin embargo, los guías del hada van a orientarla para que su comprensión alcance un mayor entendimiento y tras llorar y rebelarse, llegue a la conclusión de que las enseñanzas en la escuela de la Tierra tienen el poder de elevar a las personas a la conexión de la grandeza y la belleza del ser. Hasta que no lo consiga, el hada parecerá una niña enfadada a quien se le ha cerrado las puertas de su reino y de su castillo mágico.

No obstante, el hada hallará grandes maestros en su existencia, en cada apariencia habrá un instructor camuflado cuya enseñanza se irá repitiendo una y otra vez hasta que el hada encarnada en persona esté dispuesta a escuchar, flexibilizarse, tolerar e integrar en su sentir nuevas perspectivas, sin olvidarse de su autoestima y dignidad. A veces, el maestro con su ejemplo pretenderá mostrarle lo contrario que ella deba de hacer. De este modo, el hada se hallará ante las dos caras de la balanza y podrá elegir cuál tomar, habiendo comprendido la opuesta. Además, el hada descubrirá que la soledad y el recogimiento le permitirán adentrarse en su paz, esa entrada a la libertad y la magia del ser desde la que todo es posible en alineación con el alma, que nos irá mostrando en cada paso cómo somos, proporcionándonos lo necesario para ello y no descarriarnos del camino a seguir.

Desde la aceptación, se aprende ni a resignarse como una víctima vulnerable ni a forzar los acontecimientos, sino más bien a saber esperar con paciencia que lo que nos está destinado llegue a nosotros. La improvisación será una gran aliada gracias a la cual la respuesta buscada nos llegará en el instante adecuado y nos impulsará a tomar grandes decisiones con claridad y determinación. El hacer planes puede resultar adecuado en algunos casos pero nunca para tratar de imponer nuestros criterios o controlar los de los demás. La libertad es lo opuesto al control y desde la libertad se abre la puerta del amor y de la creatividad de la que todos somos capaces y que contribuirá a aliviar el mundo de tanto sufrimiento.

Cuando el hada aprende a respetar la decisión que tomó su alma al venir aquí, entra en contacto con el desapego, con el desinterés y con el compromiso de evolucionar de acuerdo a la luz de esa alma que aún estando aquí, sigue siendo hadada. El hada, entonces, aprende a amarse y a amar al planeta, a dejarse cautivar y respetar la esencia sagrada que se respira en cada muestra viviente del planeta y una vez sanadas sus heridas y sintiéndose completa tal y como es, se instala en ella de forma natural y espontánea el deseo de ayudar a los demás sin interferir ni dañar sus vidas. Al hada le ayudará recordar el estado de no juicio y de ecuanimidad desde el cual todos son tratados por igual, que ya poseía antes de venir aquí y que irá recordando para contribuir al bienestar del mundo.


Las lecciones a las hadas les vendrán dadas directamente por sus guías, por personas, animales, plantas o cualquier otra situación que les sirva de marco de crecimiento. También comprenderán la tristeza que pueden experimentar sus guías al guiarlas en las duras condiciones del planeta Tierra, lo cual las conducirá a elogiar y agradecer su rol y a dejar de maldecirlos por permitir que ellas bajaran aquí. Para los guías puede no resultar siempre fácil guiarnos, pero ellos deben respetar el plan de vida que el alma eligió previamente a la encarnación actual, entre cuyos aspectos se halla la limpieza de karma pendiente.

De hecho, cuando las hadas se integran en la red paisajística que configura su existencia terrenal, ya no tienen prisa por regresar a su dimensión hadada pues el aprender y el aportar a este planeta que tuvo la bondad de acogerlas, las alienta a permanecer aquí sin angustia, sin prisas, habiendo soltado todo lastre y confusión emocional y aceptando que su regreso se producirá en el momento adecuado, pero disfrutando ahora de su estancia en este bello planeta azul creador de vida y que a tantas almas, aparte de las mismas hadas, tiene cautivado. De este modo, las hadas dejarán de tener miedo y llegarán a sentirse hijas de la Tierra.

Y tú, ¿qué has aprendido de tu paso por la vida?     

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