sábado, 30 de julio de 2011

La misión de las hadas en el planeta Tierra


A veces las hadas encarnan en La Tierra y una vez aquí entran en contacto con la paradoja de la vida. En su dimensión estaban acostumbradas a la unidad, pero una vez aquí van a tener que adaptarse a la dualidad y a comprenderla, esto les permitirá ensanchar sus miras y ganar en sabiduría y entendimiento, lo cual, les dará acceso a un mayor conocimiento sobre la naturaleza humana para poder ayudar mejor a sus integrantes, cuando ellas regresen a su estado original de hadas y sigan estando atentas a las personas pero desde una dimensión más elevada. Para ello, en algunas ocasiones trabajan en colaboración con los ángeles, elfos, duendes y gnomos. Allá de donde provienen las hadas, las cosas se hacen con vocación y plena entrega a la acción del instante, esto en este planeta no siempre es así, cosa que puede llegar a crearles un conflicto en su ahora mente en un cuerpo humano, sobre todo, si no recuerdan quienes son y no saben enfrentarse al dolor emocional y físico sometido al tiempo y al espacio. Pero habrá más conflictos para las hadas pues ellas vienen con una candidez e inocencia que aquí sólo suelen conservar los niños y que, si está presente en ellas en edad adulta, puede llegar a ser objeto de críticas, algo habitual aquí pero distante en el mundo de las hadas las cuales están libres de juicios, quejas y prejuicios. Esta cualidad, sin embargo, no les acompaña cuando deciden nacer como humanos en La Tierra, pero pueden recuperarla si aprenden a adoptar una mente neutral y ser capaces de observar desde el silencio interior en contacto con el corazón, como si ellas fueran testigos de las escenas pero sin dejarse arrastrar por las exigencias del ego, el cual debe de estar de acuerdo con el alma. Desde su dimensión hadada podían hacerlo de forma natural, pero en la escuela de la vida de este planeta, el aprendizaje y entrenamiento para ello va a ser más duro. Nada aconsejable para ellas, pero a pesar de ello, como ellas se mueven por ideales diferentes a los terrestres, siguen eligiendo venir a evolucionar aquí, a veces, seducidas por la belleza del planeta Tierra, por el amor a los humanos y por su complejidad y variedad.

Una vez aquí, ellas van a descubrir que los mejores antídotos para vencer la angustia, las preocupaciones y el sufrimiento son el desapego, la humildad, la autoestima, la escucha del corazón, el agradecimiento, la aceptación del ahora y la paz mental, entre otros.

Para alcanzar la paz mental las hadas ahora engarzadas en su cuerpo humano van a tener que aprender tolerancia, flexibilidad, empatía y perdón para dejar atrás el lastre de la rabia y del resentimiento. En el perdón, a veces, para no perder la dignidad puede implicarles cortar lazos y seguir caminos diferentes a otras personas que las han perjudicado enormemente pues van a llegar a la conclusión de que en el perdón no todo vale. Ser capaces de recordar a esas personas que las lastimaron y que no supieron valorarlas ni reconocerlas y, además, hacerlo sin odio y aceptar e integrar la lección de que estas personas les han brindado, que son como son y que tienen derecho a serlo, pues todo el mundo ocupa su lugar, es algo propio de la aceptación y de la adaptación al planeta por parte de las hadas-humanas, conscientes de que uno de los pilares del desapego es ser y dejar ser, tanto nosotros como a los demás. Por eso ellas se inquietan ante las interferencias ajenas, acostumbradas en su dimensión originaria a no dañarse ni a dañar a nadie con sus acciones puras y comprometidas con nobles propósitos. Pero aquí en La Tierra las ansias de protagonismo, de poder y los intereses implicados en algunas cuestiones hacen que ellas deban aprender a renunciar o desapegarse de según que cosas, pues aferrarse a algo que otros anhelan poseer a toda costa, puede mermar su libertad de vuelo. Así pues, ellas puedan llegar a decidir que es mejor cambiarse a uno mismo y adoptar las medidas pertinentes para ello, siendo conscientes de las propias emociones y de la necesidad de equilibrio interior y no luchar a contra corriente contra algo que las encarcela emocionalmente y que no les deja ser. Inesperadamente, antes estas renuncias pueden aparecer emocionantes sorpresas y giros de rumbo que nadie hubiera podido prever, ni incluso ellas, tan expertas en el oráculo de hadas cuando eran hadas y que aquí pueden llegar a dominar si se adiestran en intuición, clarividencia, apertura mental y conexión con los guías espirituales de cada uno.

Otro de los desafíos a los que va a tener que hacer frente las hadas una vez aquí es que la magia, la espiritualidad y la fantasía no siempre comulgan con la cruda realidad de la tercera dimensión terrestre, aunque cada vez la espiritualidad va arraigándose más en el planeta. También les cuesta aquí sentir la ligereza y la luz de donde provienen, pues en el plano terrícola los problemas y las preocupaciones adquieren tal relevancia que cansan y se convierten en una pesada losa que puede llegar a ocultar la luz interior. Además, el ruido, la falta de respeto y la crueldad son aspectos que pueden llegar a molestarlas enormemente pues pueden afectar enormemente a su sensibilidad. Las hadas piensan desde el corazón, y presenciar como el amor no siempre rige las relaciones humanas es algo que puede hacerles mucho daño pero que deben atestiguar para entenderlo: entender que el ego suele ser el elemento predominante en la conducta de muchos humanos. Si ellas no recuerdan de donde provienen, los caprichos del ego puede llegar a ganarles la partida incluso a ellas, pues una vez encarnadas aquí, las hadas quedan expuestas a las características de su entorno y pueden perderse en él.

Ellas son espontáneas y les encanta la intimidad y disfrutar de su espacio y de su margen de acción, en plena libertad y autonomía, pues en su dimensión eran capaces de hacerse invisibles, de volar y de aparecer y desaparecer. Una vez aquí las circunstancias pueden arrastrarlas a sentirse confinadas, sometidas a expectativas y a lo que los demás esperan de ellas. Un entorno que favorezca que deban convivir con aspectos totalmente opuestos a aquellos que ellas disfrutaban en su otra dimensión favorecerá que, una vez gestionadas y transformadas las emociones de sufrimiento y habiendo llegado al pleno convencimiento de la luz propia, las hadas-humanas ya no duden de su dimensión hadada y decidan emprender el vuelo hacia ella con las herramientas que el planeta va a dispensarles, una vez descubierta y emprendida su misión.

Hasta que no aprendan a aceptarse a sí mismas y a sentir la vida a través de la magia del momento presente, a abrirse a sus sublimes sensaciones y a no permitir que se les escapen con ensoñaciones, amarguras o miedos, no se descubrirán a si mismas.

Sin embargo, un hada-humana acabará por descubrir sus alas a través de la espiritualidad y esa será la luz que la orientará en su camino donde los pasos serán los latidos del corazón del ahora. Encontrar el equilibrio entre el cielo y la tierra, hacer soñar a los demás y ser embajadoras entre el mundo de las hadas y de los humanos formará parte de su misión aquí. Una misión difícil pero admirable que las ha puesto en contacto con el otro lado de la balanza y también con otros matices intermedios que les ha permitido elegir mejor y adoptar sabias decisiones, aprender de sus errores y gozar del regalo de la vida en este hermoso planeta al que seguirán protegiendo allá donde vayan.

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