viernes, 18 de marzo de 2011

El hada y la flor sedienta



Érase una vez una seta en el bosque que había crecido tras ser regada por las gotas de lluvia del otoño y sobre la cual se posó un hada, atraída por el olor terroso y fresco que desprendía la seta.

El hada se cobijó bajo la copa de la seta y le dijo:

-Gracias por protegerme con tu paraguas vegetal, querida seta. Gracias a tu sombra puedo refugiarme en su frescura y esquivar estos calurosos rayos de sol del mediodía.

La seta se mostró encantada por estas palabras y ambas permanecieron juntas hasta que el hada voló hacia otro lugar, no sin antes haberse despedido de la seta.

En su vuelo raso por el bosque, el hada se cruzó con una flor que llamó particularmente su atención pues agonizaba por falta de agua. El hada oyó su grito sediento y detuvo su vuelo para presentarse ante la flor y prometerle que regresaría con agua. El hada voló hasta un riachuelo y tomó unas gotas de agua para dárselas a la flor. Sin embargo, no fueron suficientes pues la flor para saciar su sed necesitaba mayor cantidad de agua. Así que el hada pidió ayuda a sus amigos los animales y aparecieron dos pájaros que con sus picos transportaban una nuez llena de agua. La vertieron sobre la flor. Pero tampoco fue suficiente. La flor empezó a marchitarse. El hada y los pájaros no se movieron del lado de la flor pues estaban pendientes en todo momento de mantener húmeda la tierra para que ésta pudiera nutrirla y revitalizarla. A pesar de sus intentos, la flor no daba muestras de ninguna mejoría. La flor seguía palideciendo y marchitándose. El hada y los pájaros no sabían qué hacer. Entonces, el hada se entristeció tanto que empezó a llorar y los pájaros no supieron qué hacer para consolarla pues el hada tenía una inclinación natural de amor y respeto por todos los seres vivos creados por la Madre Tierra, en especial, por las especies animales y vegetales, y sentir como el corazón de la flor no emitía ningún latido, la hizo estallar en un llanto sonoro que estremeció a todas las plantas y los árboles del bosque.

Los pájaros abrazaron al hada la cual dejó caer algunas de sus lágrimas sobre sus picos. Entonces, los pájaros se inclinaron sobre la flor y dejaron caer las lágrimas sobre la flor moribunda. Para su sorpresa, las lágrimas reavivaron al instante a la flor con tanta luz y fuerza que el hada nombró a la flor: Reina de las Flores con la aprobación silenciosa de los dos pájaros. A partir de ese día se estableció un vínculo de corazón entre todos ellos más fuerte en cada primavera en la que la flor renacía y esbozaba una sonrisa para sus amigos.

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