sábado, 11 de diciembre de 2010

El hechizo del brujo y la magia del Hada del Bosque Encantado



Érase una vez un reino muy lejano y casi desconocido cuyos habitantes estaban embrujados debido a un hechizo de un brujo malvado el cual les había desprovisto de toda posibilidad de diálogo consigo mismos y con los demás. De esta manera, los habitantes vivían desorientados, totalmente perdidos en sí mismos y con el entorno que les rodeaba, pues eran incapaces de escucharse a sí mismos y a los demás. Por tanto, se sentían vacíos, solos, tristes, vagando en un mundo en les resultaba imposible hablar. Realmente, estaban incomunicados. Se sentían como extraños y desconocían las necesidades de sus congéneres y las suyas propias.

Eran tantas las lágrimas que derramaban los habitantes de ese reino debido a este embrujo que les robó el sentido de sí mismos, que sus lágrimas solían mezclarse con las gotas de lluvia. La lluvia llegó al bosque y el Hada del Bosque Encantado percibió en la lluvia las lágrimas producto de la desesperación de esas personas. Así que el Hada partió hacia ese reino, no obstante, no pudo hablar con nadie ya que a los habitantes se les había desposeído de la capacidad de comunicarse. Parecían errantes.

Sin embargo, el hada era muy intuitiva y adivinó lo que sucedía, gracias a su clarividencia. La magia del hada no podía superar a la del brujo, sin embargo, gracias a la ayuda de los astros, de los planetas y de las estrellas, ella consiguió que, al menos, los habitantes recuperaran la capacidad de comunicarse consigo mismos. Como los habitantes podían hablar consigo mismos y percibir su ser, empezaron fluir con total libertad y se sintieron ligeros y libres.

Aunque el hechizo del brujo no pudo ser disuelto totalmente por el Hada del Bosque Encantado pues los habitantes seguían siendo incapaces de comunicarse con los demás, el hecho de que fueran capaces de escucharse y de reconocerse a sí mismos y a sus emociones hizo que, paulatinamente, se comunicaran con los demás. El diálogo, la sintonía y la convivencia en armonía consigo mismos y con los demás, provocó que los habitaren se completaran a sí mismos y que el maleficio del brujo cayera por sí mismo. Cuando el brujo contempló horrorizado que su hechizo ya no existía, huyó pues no soportó que la felicidad hubiera regresado al reino. El Hada también marchó hacia su reino encantado pero con el agradecimiento de todos aquellos habitantes que desde entonces viven en armonía.

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