viernes, 22 de octubre de 2010

Al ángel de la guarda


Ángel,

Me rodeas
con tus alas
y reconfortas mi alma
con tu luz celestial,
mientras la paz de espíritu
se aposenta en mi ser.










Una energía cálida
se posa en mis emociones,
como una brisa,
que brota del aliento angélico.

Tus alas me envuelven
en su calor
y me siento protegida
en este manto de amor y silencio.

Un suave caricia,
casi imperceptible,
me recuerda que sigues ahí
y siento tu presencia
en mi interior.

Calmas mis inquietudes
y serenas mis pensamientos
en la profundidad
de la meditación,
cuando te brindo el instante
y me rindo a ti.


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