sábado, 7 de agosto de 2010

La llegada al planeta del hada


Érase una vez un hada que emprendió su vuelo hacia planeta desconocido para ella. De entre las infinitas posibilidades del Universo, algo la había llevado a parar allí y todo porque se distrajo con los destellos cautivadores de una estrella que parecía haberla guiado hasta allí.


En cuanto llegó, la belleza natural de ese planeta la fascinó y sobre todo porque del centro de ese planeta que le parecía verde y azul, se desprendía una gran vibración de amor que la tenía embelesada.


-Sé que aquí he venido a bailar con el amor –se dijo para sí misma el hada.


Así que el hada emprendió el vuelo en el cielo de su nuevo hogar y lo exploró. Le encantó disfrutar del trino de aves que surcaban los cielos, y de la serenidad y la habilidad con que se dejaban llevar en las alturas, en algunos momentos, manteniendo sus alas desplegadas e inmóviles a la merced del viento…

El hada posó sus alas en un paraíso virgen de vegetación exótica y de aguas tan cristalinas que parecía como si las nubes se tambalearan al compás del ritmo caprichoso de la superficie acuática.


Y el hada seguía sintiendo al amor… Lo veía reflejada en cada muestra de perfección de ese nuevo planeta.


-Bueno, no es tan nuevo- le dijo un pájaro de bello plumaje–. Este planeta permanece desde hace tanto tiempo… Se llama La Tierra. En él también habita el género humano… algunos están llenos de amor y se muestran sensibilizados por el medio ambiente que los rodea. Son los que adoran este lugar.

-Supongo que de ellos desprenden esta ola de amor que percibo en el alma ahora… y también la que proviene del centro de La Tierra –confesó el hada.


-Aunque no todo es amor… -dijo el pájaro.

-Bueno, aunque no sea así, valdrá la pena acercarme al mundo interior de los humanos y hacer rebrotar toda la vida auténtica y serena que reposa en ellos, esa misma, que respiro ahora en este mismo lugar, en este paraje de ensoñación, encanto y fantasía –dijo ella.

-La Tierra no es imaginaria, es real y a veces resulta mágico y un tanto misterioso…–afirmó el pájaro.

-Umm… Yo lo encuentro un lugar tan hermoso… La fragancia de las flores y la brisa que corretea entre la vegetación me acompañan en el camino y se filtran en la luz de mi alma. Me siento tan bien aquí, aquí me siento florecer. Y voy a seguir floreciendo en el corazón de los humanos… -dijo para sus adentros el hada, dejándose seducir por la inmediatez y la profundidad del momento presente que emanaba de ese lugar...


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