domingo, 20 de junio de 2010

Cuento del Hada de la Confianza


Érase una vez una joven que se adentró en el corazón del bosque. Se trataba de un lugar inhóspito y sagrado al que se rendía culto desde la antigüedad pero que pocos habían logrado a alcanzar.


Estar allí no es algo que hubiera planeado pues ella se hallaba en un momento desorientación y rendición personal en el que todo lo que ella había deseado controlar y preveer se había derrumbado como un castillo de naipes. Sin embargo, hacía tiempo que ella pedía desesperadamente guía interior entre lágrimas y sollozos. Alguien la escuchó y en sus sueños se le proveyó de las instrucciones necesarias para acceder al Corazón del Bosque, el cual había inspirado múltiples leyendas.


No se trataba de un bosque convencional, sino más bien se hallaba ante el espejo de su alma. Su alma reflejaba sufrimiento, resistencia y pérdida. Y eso era lo que el Corazón del Bosque le devolvía en cada paso.


Ella todavía se sentía peor.


Un gnomo se cruzó en su camino y ella se asustó. Así que el gnomo se desvaneció pero penetró en el corazón de la joven en forma de voz interior y le susurró:


-Puedes dejar atrás tu tristeza. No te sientas mal por entregarte por completo al ritmo vital de la vida. La vida es como una madre amorosa que empuja cada paso en nuestro deambular por la existencia. A eso se le llama fluir, la base de la existencia en sí misma. Simplemente, sigue el ritmo natural y espontáneo que percibes. La naturaleza te mostrará los pasos, si aprendes a escuchar y a confiar en tu instinto.


A la chica esto le pareció una bobada pues estaba acostumbrada estar siempre a la defensiva y a seguir los dictados de su ego controlador y déspota. Sin embargo, ella no era consciente de nada de eso pues actuar como siempre lo había hecho, le parecía de lo más natural. A ella nunca se le solía escapar un solo detalle. Para ella, la imaginación y la intuición era cosa de hechiceros y de cuentos de hadas.


Pero ahora ahora había dejado de creer en todo lo que la había llevado hasta allí pues todo le había fallado. Si hacía lo que le había aconsejado el gnomo: ¿qué podía perder? Sin embargo, ella no sabía escuchar, más bien prefería que la escucharan a ella. Pero en el Corazón del Bosque no veía a nadie más que a ella misma, así que, como allí no había nadie que la escuchara, no le quedaba más remedio que escuchar el entorno del bosque. Al abrir su mente, el Corazón del Bosque se transformó en una bóveda recubierta de flores y de perlas tras las cuales aparecieron tres hadas. Cada una de ellas sostenía una cajita. Le pidieron a la joven, que eligiera a una de ellas.


La joven eligió el Hada que sostenía la cajita del centro y la abrió. Su elección determinaba lo que su corazón necesitaba en ese preciso instante.


Del interior de la cajita emergió la confianza. La cajita era sostenida por el Hada de la Confianza. Es el Hada que rige los procesos de la vida pero no de la vida que hemos planeado sino la que realmente nos pide el corazón, aquella que nos espera, pero sólo si mantenemos nuestros brazos abiertos. Porque si

no es así, esta vida se cierra en banda, aplastada por la que el ansia de controlarlo todo, nos sugiere.


-No te sientas perdida –le dijo el Hada-. Despreocúpate de lo que te angustia y deja que la vida lo solucione. El Corazón del Bosque es sabio y en esta sabiduría reside el propósito de tu vida. Todos tenemos un propósito. Conocerlo y manifestarlo es fuente de plenitud y de dicha. Descúbrelo en tu interior. Tu error ha sido buscarlo todo fuera.


-Pero yo no puedo… -dijo a chica-. Pero el Hada no le dejó continuar, alegando que era mejor no dar paso a sus excusas. Las excusas nos impiden ver nuestra propia verdad –afirmó el Hada de la Confianza.


Así que el Hada la tomó de la mano y sopló con ternura en el rostro de la chica, que hasta ahora había estado bañado de amargura y de duda, y le envió una Brisa de Emociones que la condujo directamente a su Ser Interior, a aquél que residía en su propio corazón, olvidado y relegado hasta entonces por el parloteo de la mente. Y esa era precisamente la función del Corazón del Bosque, mostrarnos a nuestro propio corazón para comprender y estar receptivos a su voz, la voz de nuestro espíritu que siempre nos dice que es lo que podemos hacer en el tiempo presente, pero para escucharla hay que estar muy atentos y no distraernos en el antes y en el después.


Desde entonces, la chica creyó en las Hadas y aprendió a saber esperar pero sin forzar las circuntstancias pues entendió que su mente siempre trató de concluir y de interpretar como sería el devenir según le convenía.


El Hada de la Confianza le enseñó algo tan simple como despreocuparse, confiar y abrirse a lo inesperado. Esta era la llave de la magia.


¿Y cuál será el siguiente paso, Hada? –le preguntó la chica.


-Despertar –le respondió ella.


Y desde entonces la chica ya nunca volvió a ser la misma pues en sus ojos resplandecía la Mirada de la Felicidad.


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