sábado, 17 de abril de 2010

El príncipe y la brisa


Érase una vez un príncipe que vivía ostentosamente en su palacio en el bosque. Sin embargo, él soñaba con bailar con la brisa. Por eso miró con el corazón al sol del alba y le pidió que le brindara su deseo pues su manifestación le acercaría a la libertad. Un rayo de luz penetró en su pecho y le susurró que el secreto se encontraba en escuchar el latido de su corazón. Así que el príncipe se retiró a sus aposentos reales y en su quietud trató de escuchar su propio latido. No podía, pero el rayo de luz, que seguía estando en su corazón, le aconsejó que siguiera con su empeño. El príncipe siguió concentrándose en su propósito y aunque no conseguía escucharlo, sintió la vida que brotaba de su corazón y cómo se esparcía en la energía de su cuerpo. Supo que aunque hay cosas que nos cuesten, no por eso debemos desatenderlas, e, incluso, cerrar la puerta a otras posibilidades.

El secreto está en mantener abiertos los ojos de nuestro corazón y serenar nuestras emociones.

El príncipe pensó que bailar con la brisa le proporcionaría un estado de alegría y de ligereza, libre de cargas. Y eso era lo que más ansiaba.

Pasaban los días sin resultados pero, sin embargo, él era feliz en el proceso pues cada vez más abría los ojos hacia sí mismo y a los que le rodeaban. Notó que él sonreía más y que a la vez veía la sonrisa en los demás.

-No he bailado con la brisa, pero no por eso dejo de sentirme satisfecho pues un nuevo impulso se está aposentando en mí y me está dotando de una seguridad que me lleva a manejarme en paz con la fuerza que me lleva..

Pasaban los meses y un día, cuando el príncipe no lo esperaba, la brisa se topó con un corazón noble tan henchido de paz, que incluso para alguien de espíritu tan libre como ella, resultaba imposible rendirse a él. Y cuenta la leyenda que desde entonces dos corazones bailan juntos una melodía espiritual y bella que enternece a quien la escucha... ¿Quieres ser tú?

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